Sale más largo, es cierto, pero hoy avanzo exclusivamente
por caminos alternativos.
Me desvío cuando no me ven, o en medio de una
conversación, o hasta demorando un poco y fingiendo que busco algo en el piso. Así,
termino siempre escogiendo la ruta más lejana… más ajena incluso a mis propias
metas, con tal de no complicar demasiado mi discurso
que ya poco se sostiene ante los otros y ante mí mismo.
Por lo anterior, mis caminos alternativos incluyen,
por ejemplo, contestar con evasivas o simplemente guardar silencio ante varios
temas… Asimismo, me permiten esquivar aquello de lo que debiesen hablar mis
entradas y hasta sostenerme frente a los otros, en las clases, guardando todo
cuestionamiento que pueda provocar derrumbes.
Ahora bien, sé que no es algo bueno –y no lo digo
con orgullo-, pero me gustaría dejarlo en claro por temor a un desgaste mayor y
hasta a alguna sorpresa que pueda depararme alguno de esos otros caminos.
Y es que las
palabras se me hacen cada vez más pesadas y las sensaciones más amargas cuando
evito temas que exigen de mí algo más que aquello que hoy puedo entregar… y no
quiero seguir evadiendo aquellos temas sin al menos hacerlo manifiesto.
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Trataré de enmendar el rumbo, por supuesto, pero
creo que era necesaria esta pausa.
Afortunados los que se levantarán mañana, con el
corazón puro.
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