Hacemos preguntas porque necesitamos que las
palabras lleven hasta nosotros esa parte de los otros con la que establecemos
contacto. Porque claro, no establecemos contacto de otra forma que no sea con
palabras. No un contacto profundo, al menos. Eso es lo que pienso.
Necesitamos palabras así como necesitamos agujas
para que las jeringas puedan cumplir su función. Sin embargo, en el caso de las
palabras, estas se vierten a sí mismas. Es decir, no entregan un significado.
Luego la aguja se quiebra y las palabras se quedan dentro de nosotros. Denle esas
palabras. Eso es lo que pienso.
Nuestro organismo desecha palabras así como eliminamos
otros residuos. No es algo voluntario, pero el cuerpo sabe, de cierta forma,
qué es aquello que no necesitamos. Sin embargo, a veces luchamos contra aquello
que el cuerpo intenta eliminar y nos llenamos del contenido equivocado. Por esto,
las palabras que debían ingresar en nosotros quedan fuera, por falte de
espacio, y se genera el rudo. Eso es lo que pienso.
Los otros vienen y van. Yo atesoro las palabras.
Esas que realmente se desprendieron del otro y que llegaron hasta mí, en algún
momento. Y claro, ellas también forman una biblioteca interna, que yo ordeno.
No es la mejor forma de amar, pero es una forma. Eso es lo que pienso.
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