La única posesión que M. le dejó a su hijo fue un
libro. Le dijo que en él podía encontrar la respuesta a todos sus problemas. El
método para encontrar las respuestas era sencillo. Se debía plantear la
pregunta en voz alta y abrir el libro al azar. Luego, se debía leer lo que
decía esa página, o un fragmento de esa página. Eso era todo.
Yo supe la historia por boca de L. que era novia
del hijo de M. y que se burlaba un poco de aquel método.
Además -según me contó L.-, se trataba de una mala novela de espionaje,
tipo best seller, llena de frases clichés y personajes demasiado estereotipados,
por lo que se hacía difícil tomarla con seriedad.
Fue así que un día L. y su novio llegaron con el
libro a consultarme por la interpretación de cierta frase.
No quisieron confiarme cuál era la pregunta, pero
recuerdo que la frase hablaba sobre una ciudad y creo que la comparaba con una tortuga, o algo así.
L. y su novio se quedaron entonces esperando mi
interpretación. L. no parecía verdaderamente interesada, pero su pareja me
miraba con toda la atención posible.
Yo dije entonces algunas estupideces y ellos parecieron
conformes.
Luego se fueron del lugar.
Años después me encontré con L. y me contó que se
había casado con W.
W era el hijo de M.
Tenían dos hijos llamados como los protagonistas
del libro y todo parecía irles bien.
Luego, mientras contaba algunas cosas de mi vida,
noté que L. me miraba con una especie de lástima.
-No me mires así –le dije, algo molesto-. Al menos
yo no he guiado mi vida por un libro…
L. me dejó hablar.
-Tú te burlabas de aquello –seguí diciendo-, no
puedes contarme ahora que eso les ha servido o ha solucionado sus problemas…
-Espera –me interrumpió L., tranquila-, creo que en
tu caso el error ha sido buscar respuestas en libros que no dan respuestas… o
que te entregan más preguntas en vez de soluciones…
-¿Eso crees? –pregunté, molesto.
-Sí, eso creo –respondió.
Nos miramos
una última vez y no se me ocurrió que más decir, así que nos despedimos.
No he vuelto a ver a L., desde entonces.
Nunca, por cierto, consideré su apreciación.
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