martes, 16 de julio de 2013

Una lección.


-Tienes que aprender a mirar a la gente –dijo el viejo-. ¿Ves ese tipo de allá… el de las manos en los bolsillos…? Fíjate en su expresión… en sus manos… Te aseguro que no tiene nada en sus bolsillos… Es como si escondiera sus manos… ¿lo ves?

-…

-Acerquémonos un poco…  Mira… No sé ahora si lo que hace es esconderlas, es más como protegerlas… Fíjate en sus ojos… en su mirada, me refiero… Claro, no es por esconderlas, no es vergüenza lo que siente… es como si tuviese sangre en las manos… pero no sé…

-…

-Un mal escritor haría un cuento de esto, un posible asesino, quizá… unas buenas frases sobre la desesperación, quizá… y hasta podría jugar con la imagen de unas manos nerviosas… ocultas no por la sangre necesariamente, pero quizá hasta por comerse las uñas… sí… se puede jugar con eso… El problema es que todo eso se puede rastrear, pero agota… por qué se come las uñas, me refiero… hacer unas líneas con la idea del hambre…

-…

-Lo otro es jugar a alejarse… verlo como una imagen… igual sirve de material, pero el punto es alejarnos hacia las ideas… una buena frase y comenzar a armar un poema… ese hombre también es una mano en los bolsillos del mundo… ¿suena bien, no…? Una mano inútil, que no sabe qué hacer… un hombre como una mano que se refugia en el bolsillo… etc.

-…

-La idea es aprender a mirar a la gente, traducirlos a un lenguaje… casi como un vampiro… vas y extraes de ellos el material, me refiero… pero el material vivo… sí, como un vampiro salvo que no les haces daño…

-…

-¿Entiendes lo que digo…?

-…

-¿Pasa algo…? ¿Por qué estás tan callado…?

-Sí les haces daño –dijo el joven.

1 comentario:

  1. Me gusta escribir, pero en los últimos meses he pensado justamente en esto,
    de traducir al lenguaje
    la vida,
    como una forma de alienar al individuo,
    enajenarlo de sus posibilidades de liberación
    ya expresadas, ya reconocidas en ese escrito, o en las palabras en potencia que esperan ser escritas, o en los miles de testimonios esparcidos en novelas, cuentos y poemas. Quién sabe, las formas de arte en general, incluso.
    Y nos creíamos tan buenos, tan sabios.
    Sí, hacemos daño. Pienso.

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