-¿Du Bois?
-Sí. Du Bois.
-¿Y quiere una habitación?
-Sí. Una sencilla.
-¿Por cuánto tiempo?
-Un mes, en principio.
-¿En principio?
-Sí. Quiero ver después cómo va todo.
-¿Todo qué?
-No sé bien… todo.
-¿Trabajo?
-Sí, trabajo, por ejemplo.
-De acuerdo.
-…
-¿Qué debo marcar en su ocupación?
-Pues no sé… marque desocupada, o turista.
-¿Es usted turista, señorita Du Bois?
-Lo he sido, pero ya conozco la ciudad.
-Claro, no se puede ser turista dos veces en el
mismo sitio.
-Así dicen.
-¿Va a traer más equipaje?
-No. Solo este bolso, mientras tanto.
-Mientras ve cómo va todo.
-Claro.
-¿Y cómo cree que va a ir todo, señorita Du Bois?
-¿A qué se refiere?
-Ya sabe… me refiero a sus expectativas.
-¿También debe registrar eso?
-No. Pero me gustaría saber.
-¿Por qué?
-Digamos que es algo que yo no tengo.
-¿Expectativas?
-Claro, expectativas.
-No lo entiendo.
-Pues de cierta forma yo no espero que las cosas
cambian, o que ocurra algo distinto a lo que sucede hoy.
-¿No espera que cambien o no le interesa que
cambien?
-En mi caso es lo mismo. Ambas son instancias en
que preferiría no saber.
-Sigo sin entender.
-Ya sabe… como con la fabricación de las salchichas…
es mejor no saber.
-Claro.
-¿Come usted salchichas, señorita Du Bois?
-…
-¿Se molestó?
-¿A qué quiere usted llegar…?
-A sus expectativas, señorita Du Bois. Me interesa
la forma de decidir de las personas… de decidir según las circunstancias, me
refiero… según cómo van las cosas…
-¿Acaso usted no actúa así?
-Pues no. Yo más bien acepto a priori. Y voy hasta
el final.
-¿Y por eso cree tener derecho de criticar mi
conducta?
-No la criticaba, solo esperaba comprenderla…
-Yo pensé que usted prefería no saber, como con las
salchichas.
-Pero usted no es una salchicha, señorita Du Bois.
-Pues si es por ahorrarme esta conversación déjeme
decirle que hasta preferiría serlo.
-No diga eso. No debiese bromearse con dejar de ser
lo que uno es. Eso no debiese ponerse en duda… menos aún por los demás, o por…
-¿Me entrega la llave, mejor? Estoy cansada. Creo
que ya di los datos necesarios.
-Tiene usted razón. Aquí está su llave, señorita Du
Bois.
-Gracias.
-No hay de qué. Que descanse.
-¿No va a ayudarme con el bolso?
-Preferiría no hacerlo, señorita Du Bois. Buenas
noches.
-¿Esta usted bromeando?
-No. De hecho siempre hablo en serio. Ese es mi problema.
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