Vale.
Hemingway fue duro.
Tan duro que terminó con una escopeta en la boca.
Pueden hablar de la guerra…. O de los toros…
Y verán que su estilo está de moda.
Yo hasta conocí un tipo que lo había impreso en su
polera.
Nos peleamos esa vez con aquel tipo, quien también
se pensaba duro.
Justo cuando iba a perder, tomé su billetera y
arrojé los documentos a las aguas de un lago.
Ese no eras
tú, creo que le dije.
Fue entonces que el sujeto aquel se sacó la polera en
que salía Hemingway y se lanzó a recuperar sus documentos.
Yo le robé, en tanto, la polera y un zapato.
Esa misma noche, según recuerdo, me di cuenta que
el retrato estampado era el de Hemingway.
Y claro, me vino a la cabeza la idea de un tipo
duro.
¡Qué mierda…!
Dos años después más o menos, recordé esa polera
mientras jugaba también con una escopeta.
Y claro… de pronto intuí que Hemingway no era tan
duro, como parecía.
Apretar el gatillo es fácil, creí entender entonces.
Y escribir tampoco es tan difícil si se tiene el
talento.
Ahora bien: no fui a la guerra.
No escribí –o al menos no publiqué-, grandes
novelas.
No recogí y apilé, cadáveres mutilados.
Con todo, he aguantado por años mis cincuenta horas
de trabajo semanales.
He permanecido de pie en un mundo al que no le
descubro sentido alguno.
No me he ensuciado con posesiones, salvo por
mi biblioteca.
Y sí... es cierto: no da para ser un tipo duro.
No alcanza para que alguien imprima mis retratos en
sus camisetas.
Lo acepto.
Lo acepto.
Pero saqué la escopeta de mi boca teniendo el
corazón vacío.
Y vuelvo a hacerlo, por cierto, cada mañana.
En tanto, aguanto el sinsentido porque espero
descubrir la grieta donde atacar, cuando se muestre.
E imprimo en mis poleras los rostros de aquellos
que son duros, sin saberlo.
Ustedes saben quiénes son.
O al menos pueden saberlo.
Hemingway es un blandito,
al lado de todos ellos.
Un perfecto
blandito.
Heminway, Blandito
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Pero saqué la escopeta de mi boca teniendo el corazón vacío !!!
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