"Aquella manera de vivir fracasó,
y se estranguló con sus propias manos"
Ray Bradbury.
Él me cuenta que está confundido. Me advierte además
que la historia es extraña y me pide que no me burle, que sea serio y trate de
analizar de forma objetiva lo sucedido. No somos muy cercanos así que puede
contar detalles. Sus otros amigos conocen a la chica así que yo soy la persona
ideal en quien confiar, señala, entre otras justificaciones. Entonces yo le
digo que cuente de una vez, que no se aleje del tema. Él vuelve a desviarse,
pero finalmente respira hondo y cuenta la historia.
Se trataba de él y una amiga. Una colega, más bien,
desde hace años. Con otros amigos en común y salidas grupales donde nunca
habían intimado mucho. Pero claro, ocurrió que en una de esas salidas, al parecer, ocurrió algo. Es decir,
ambos fueron juntos hasta el departamento de ella y durmieron en la misma cama.
Él recuerda que tuvieron sexo, pero despiertan cada uno por su lado y no hablan
del tema al otro día. Todo sigue igual en el trabajo. No es que él haya estado
borracho, sin embargo, es simplemente que ante la actitud y el paso de los días
comenzó a dudar sobre lo que verdaderamente había ocurrido.
Hasta ahí la historia no tenía mucho de especial,
debo reconocerlo. De hecho, se lo comenté directamente y él pareció molestarse
un poco.
-Puta la hueá normal –creo que le dije.
-Espérate po, hueón –me contestó él, antes de
seguir su historia.
Siguió hablando entonces y, es cierto, la historia
se volvió un poco más compleja. Y es que la situación se repitió unas cuantas
veces, y siempre con la misma incerteza. Me refiero a que se quedaban juntos en
un sitio y él volvía a pensar que habían tenido algo, pero ponía todo en duda
en la mañana, y durante la semana terminaba de convencerse de que nada especial
había ocurrido entre ambos.
-No es que estuviese enamorado, o que me preocupara
en demasía la situación –me dijo-, pero todo seguía siendo tan normal, durante
los otros días que sinceramente sentía que todo había sido imaginación mía, o
un sueño…
Prosiguió su historia entonces sin que se alterasen
mucho las acciones, salvo algunos recaudos
que él tomó para asegurase de la situación.
Por ejemplo, una vez encontró en su billetera un
papel que aparentemente él mismo había escrito durante la noche: “Tuvimos sexo”,
decía el papel. “Y no hablamos de nada”.
-Sé que suena hueón… -agregó entonces-, pero la
inseguridad siguió en la semana… es decir, yo mismo podría haber querido
engañarme… además ese papel no aseguraba nada…
Como no quise hacer comentarios él siguió hablando.
Me contó entonces que en otra oportunidad quiso
grabar lo sucedido con el celular, pero, para que ella no sospechara nada
extraño, lo había dejado escondido y solo había grabado el audio.
-Se escuchaba algo
–comentó entonces, nervioso-, pero no era lo suficientemente nítido… O sea, se
escuchaban unos ruidos y hasta algún gemido… pero todo era tan difuso que ella bien
podría haber estado llorando, o no sé…
-Espera –lo interrumpí-. ¿Le has contado esto a
alguien más…?
-No po, hueón… si sé que es raro, pero…
Este hueón
está cagado, pensé yo.
Más allá de mis consideraciones, él siguió
agregando más acciones al relato. Contó por ejemplo que durante una comida de
trabajo, ella le comentó que se iba a ver con un ex novio… y claro, él se
había sentido intranquilo.
-No sé bien –agregó-, no estaba seguro qué sentir…
intentaba mirarla a los ojos para saber qué era lo que ella quería… si contarme algo inocente o
ponerme celoso, me refiero… pero sus ojos no mostraban nada…
-¿Volvieron a salir después de eso? –pregunté.
-Sí, un par de veces más –contestó-. Luego ella
volvió con su ex novio y no hubo opción de salir… aunque claro, solo ha pasado un
mes desde eso.
-¿Y tú todavía no sabes si se acostaron o no?
-No –confesó-. Es extraño, pero no. Hace unos días
incluso la llamé y se lo pregunté directamente… ¿Nos acostamos?, le pregunté… ¿Hemos
tenido sexo? Pero ella no dijo nada.
-¿Cómo?
-No dijo nada… o sea, no sé bien si rió, o si lloró un
poco… pero según recuerdo, ella cambió el tema. nada más.
Él sigue hablando unos minutos. Agrega unos detalles y luego pide
mi opinión sobre la historia.
-¿Y…? -señala.
-¿Y qué? –digo yo.
-¿Crees que me acosté con ella...? –me pregunta,
titubeante.
Yo lo miro para ver si está bromeando, pero él se
ve tenso y hasta le tiemblan un poco las manos.
-Ese no es el problema –contesté finalmente, lo más serio que pude.
Luego di media vuelta.
Y me fui.
Un delirio pero excelente.
ResponderEliminar¿cual es el problema?
ResponderEliminarotro.
ResponderEliminar