jueves, 4 de abril de 2013

Todo es quietud menos la noche.

“Su corazón debe estar también hecho trizas
solo que ella no lo sabe”
Canción polaca (trad. Otto Wingarden)


Suena el celular que no tengo.

Recibo la llamada que nadie hace.

Hablo con palabras que desconozco.

-¿Si…? –digo.

Contesta alguien que olvidé.

-¿Vian? –dice.

Y claro… yo miro luego el reloj descompuesto.

Hablo entrecortadamente de cosas que no sé.

Respiro un aire que no llega a mis pulmones.

Es decir… siempre es así, pero no hay siempre.

Entonces, aviso que es tarde, aunque en realidad estoy con tiempo.

Y le digo a esa voz que la he olvidado, aunque en realidad ya ni sé.

-Hablas de una vida que no tuvimos –le digo.

Ella responde entonces algo que no comprendo.

Incluso, parece esbozar palabras, que quedan en su garganta.

¡Si hasta el sonido del mundo se esconde bajo la alfombra…! –señala una canción.

Así, ella corta, pero sigue en espera.

El corazón late en un silencio extraño.

Y sí… todo es quietud menos la noche.

La oscuridad llega, blanca, y se instala en medio del sueño.

Ella vuelve a desaparecer, pero la calma no llega.

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