Me enseñaron a actuar con calma.
Pero nadie me advirtió que no hay tiempo.
Por el contrario, todo me fue dicho sin apuro.
Como si la vida fuese a durar para siempre.
No es que me mintieran… no es eso.
Pero de cierta forma dieron a entender que podías demorar.
Postergar incluso, aunque esa palabra no fue dicha…
Y claro… de vez en cuando alguna intuición…
De vez en cuando una sensación similar a una advertencia…
Pero claro… nunca hicimos nada, finalmente.
Por lo mismo, hay que asumir sin más, la culpa por no haber prestado
oídos.
Culpa por haber actuado con calma, me refiero.
Culpa por confiar en el mañana.
Quien escuche, sin embargo, sé que será escéptico.
Incluso, pienso, volverá a tratar la calma como un valor.
Y hará caso omiso de las señales del tiempo.
Con todo, no hablo aquí del fin del mundo.
Tampoco de un cierre de ciclos, o nada similar.
Yo hablo más bien de algo que es inevitable.
Algo así como un latido que decrece.
Y hasta un corazón muerto.
Y es que como les decía: todo fue dicho sin apuros.
Saludos, instrucciones, despedidas…
¡Qué ironía!
Como si la vida fuese a durar para siempre.
¿Qué es el tiempo? en nosotros, una sucesión, un cambio de hechos. Cuánto cambian... cierto
ResponderEliminarLindas líneas!
Calma es una palabra con tantos matices, me gusta él más que se refiere a la paz, que él se refiere a la lentitud o la postergación.
ResponderEliminarSaludos