Alcanzas la felicidad cuando olvidas tu nombre.

“Los caballos son como los seres humanos.

Deben conocer sus límites.

Una vez que los descubren son felices,

pastando sencillamente en el campo”.

Sam Shepard.

Alcanzas la felicidad cuando olvidas tu nombre.

No antes.

Pero no sirve dejarlo a un lado u ocultarlo, de forma voluntaria.

La felicidad solo se alcanza al olvidarlo de forma natural.

Cuando de pronto alguien te pregunta y no lo encuentras.

 O cuando ibas a anotarlo y te sonríes, porque no recuerdas ni una letra.

Y claro… entonces ya no hay nombre para apropiarse de la felicidad.

Y esta pasa por ti, como el viento, sin temor a que la atrapes.

No hay otro secreto.

No hay fórmulas mágicas.

Y es que esa es -decía-, la única forma de alcanzar la felicidad.

Sentirla como al viento, al olvidar tu nombre.

Olvidar incluso que la buscaste, me refiero, siempre de forma imprecisa.

Olvidar los años que viviste de esa forma.

Olvidar el daño, incluso, junto con el nombre…

Y es que resulta obvio: nada de eso importa entonces.

Ahora bien,
no es que diga que al olvidarlo la alcanzas, como causa – efecto.

Pero al menos puedes tomarlo como una señal.

Como una señal definitiva.

Hay otras, claro.

-Vaciar los bolsillos.

-Vaciar el corazón.

-Vaciar hasta los ojos.

Esas son otras señales.

Aunque claro, al final está siempre la ultima evidencia:

Dejar tu lápida en blanco.