“Hoy soñé por octavo día consecutivo
con aviones que se vienen abajo
sin razón alguna…”
V.
Tras un fuerte cuestionamiento respecto a algunas costumbres
que se traducen en negativas a utilizar ciertos artefactos clasificados como
cotidianos –teléfono celular, control remoto, entre otros-, llego a una serie
de conclusiones que permiten identificar la verdadera naturaleza de mi “problema”.
Así, descubro que el factor común que tienen
aquellas cosas que rechazo es la ausencia de un “nexo físico” con algo… ya sea
con una fuente de energía estacionaria, o con aquello que hacen funcionar, como
en el caso del mando a distancia.
También hay otras razones, claro, pero creo que ese
factor es clave para la desconfianza que tengo con esos artefactos… y es que me
ocurre incluso con el notebook, que me niego a utilizar si no está enchufado a
la corriente, o con el taladro ese que funcionaba a batería y que no pude usar
esta mañana, mientras armaba una repisa, para la biblioteca.
Así, no puedo sino confesar mi necesidad de cables…
de nexos… para tener confianza en aquello que me rodea… Es decir, si el teléfono
celular tuviese un cable gigante que siempre me permitiera verlo “atado” a un
sitio, estoy seguro que mi negativa a usarlos sería menos rotunda.
Con todo, no es que sea yo quien necesite ese cable,
sino que, al estar los objetos unidos a algo, siento que no me necesitan, y que, en última instancia, no
soy responsable de lo que les ocurra.
De esta forma, debo confesar que creería más en un
Dios colgado de hilos, que en un Dios que “flote”, o que dirija desde la nada
el universo…
Por último, intuyo que en esto de ordenar la
biblioteca, existe también un deseo de crear estos nexos, o cables… esta idea
de continuidad casi obsesiva, en definitiva, que no me permite tener libros “a
solas”, o que me impide dejar de escribir a diario en este blog hace ya casi
tres años…
No es que sea un gran problema, claro… ni un gran
descubrimiento… pero me asombra porque en parte, es el origen de mi afecto y
rechazo por el propio lenguaje…
Pero eso es otra historia.
Tu texto me hizo viajar (no muy lejos) a una concepción, no muy novedosa en realidad, sobre el "sentido de pertenencia", que no tiene que ver con un sentimiento de propiedad, sino que ser "parte de". Y es exactamente por lo que dices, respecto a que no genera una necesidad por parte del objeto/territorio/lo-que-sea hacia una/o misma/o.
ResponderEliminarSiempre es rico retroceder, reencantarse, reencontrarse, así que gracias.
Un abrazo.
Pd: Te confidencio que siempre paso por tu blog, pero por alguna razón que aún no sé, nunca había dejado un comentario por acá.
Saludos también. Gracias.
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