martes, 22 de enero de 2013

Músculos.



Cory entrenaba todos los días junto al lago.

Yo no lo sabía, claro… y en realidad creo que nadie en el cámping lo sabía… Y es que a esas horas apenas se sentían las ovejas y los primeros pájaros… Además, el rocío es frío… y está el amanecer… y esas mezclas parecen no gustarle a nadie, a fin de cuentas.

Así, resultó una sorpresa que me encontrara con Cory y mucho más que habláramos esa mañana… Además, está la sopresa extra de ella invitándome a desayunar, poco después de conocernos.

-¿Por qué es una sorpresa verme entrenar…? –me preguntó risueña, en medio de la conversación-. ¿Acaso creías que los músculos se inflan…?

Yo sonreí.

A todo esto, creo que no lo he dicho todavía, Cory es una chica físicoculturista.

-¿Y cómo entrenas? –le pregunté, mientras ella preparaba el desayuno-. O sea… ¿cómo es la rutina esa, que estabas haciendo?

Entonces ella me explica que solo vi el final y hasta bromeó diciendo que mientras los otros recién contaban ovejas ella ya se entrenaba, levantándolas.

-Son como pesas esponjosas –me dijo.

Y claro, yo hasta le creí por un momento.

Así, mientras desayuinábamos –Cory preparó ocho huevos para los dos-, estuvimos hablando de un montón de temas: de mi hijo, del trabajo, de Onetti –ella es uruguaya y le gusta Onetti-, y hasta del tiempo. Todo tan cómoda y ordenadamente que hasta ella comentó que parecía parte también, de una rutina.

-¡Y nosotros somos los músculos? –pregunté.

Ella sonrió.

-Yo soy el bíceps –dijo entonces.

-Y yo el tríceps –contesté.

Luego, ya en confianza, ella comentó algo que la emparentó inmediatamente conmigo… y es que ella también, de cierta forma, ordenaba bibliotecas.

-O sea… no son bibliotecas –me explicó-, pero me gusta todas las semanas cambiar de orden una bodega donde hay cientos de libros, en cajas… y sí que pesan esos libros…

-Para que te hagas una idea del peso que cargo –dije yo.

Ella me miró comprendioendo de inmediato.

Por último, a lo lejos, justo cuando terminábamos el segundo desayuno –frutas con yoghurt natural-, vi que se levantaba mi hijo y me dispuse a ir hasta su carpa.

-Gracias por el desayuno –le dije entonces a Cory-. Y disculpa por interrumpir el entrenamiento.

-No importa –dijo ella.

-Además –agregó, amistosa-, el corazón también es un músculo.

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