Falta un poco menos de dos meses para que se
reinicien las clases y hoy he estado preparándolas. Haciendo material,
buscándole sentido, ordenando.
Es una labor extraña. Cada año más difícil y no sé
bien por qué, pero también un poco más extraña.
Han cambiado algunos programas, los chicos son
siempre distintos y debo reforzar también algunas mediciones externas.
Con todo, no crean que me estoy quejando.
Es decir, me es más difícil cada año, pero hacer
otra cosa sería impensable.
Incluso escribir, de forma seria, me resulta
impensable.
Y es que si hay algo que aún puede tener un poquito
de sentido, al menos para mí, es la educación.
No en el sentido de los puntajes ni de afianzar el
futuro ni nada de eso, por supuesto.
Yo hablo de una utilidad distinta.
Antes no me gustaba la palabra utilidad, pero hoy
la acepto.
Porque claro… la educación también debe resultar
útil. Profundamente útil, si se quiere…
Útil incluso para el que va a morir mañana.
De hecho, recuerdo ahora alguna clase donde hablábamos
eso.
Me refiero al asistir al colegio –y a las cases,
claro-, si supieran los alumnos que van a morir mañana.
¿Irían a clase…? ¿A qué prestarían atención…?
Eso hablábamos hace un tiempo.
¿Irían si saben que van a morir al otro día?
¿Irían si saben que van a morir en una semana?
¿Irían si saben que van a morir en un mes, o en un
año…?
Y claro… casi todos los chicos decían que no… o al
menos, que dependía del tiempo restante…
Pero… ¿cuál es el límite, en definitiva, para que
ellos decidan ir…?
¿En qué afecta ese límite nuestra idea de educación?
No es que quiera hablarlo serio acá… en realidad no
quiero eso… pero es tan obvio que no puede orientarse exclusivamente a crear
bases para una educación “superior” y alcanzar así logros económicos…
Es decir, la educación no puede ser eso, solamente…
Y claro… la vida tampoco puede ser eso, solamente…
No puede estar diseñada, me refiero, para los que
van a vivir hasta el promedio de edad…
Y es que la educación –y la vida-, deben ser útiles
en nuestro presente… en el mismo acto, me refiero… sin finalidades que la
excedan… y poseer de esta forma, en sí mismas, el valor que les corresponde…
El valor de
las cosas mismas, creo que decía Wingarden… ¿será ese el verdadero valor…?
Disculpen que divague un poco en cosas aparentemente
tan básicas, pero… ¿qué tendría valor si descubrimos que vamos a morir mañana?
¿Irían ustedes a su trabajo…, por ejemplo?
¿Ocuparían tiempo, como ahora, frente a la pantalla
de un computador…?
Se los pregunto sin ánimo de criticarlos, ni de
ponerme sobre ustedes… solo cuestionándome yo mismo, abiertamente, junto con
ustedes…
¿Iría yo a hacer clases…?
¿Dejaría un tiempo, para escribir alguna cosa en el
blog…?
¿Saben…? Es extraño… pero creo que trataría de
dejar un tiempo, si fuese a morir, para estas cosas.
No es que sea un muy buen profe, ni que cada texto
de acá tenga algún sentido profundo… pero creo que, dentro de todo, son
acciones que tienen sentido, al menos para mí, y que en cierta forma, incluso,
me definen.
¿Una educación para los que van a morir mañana…?
Cómo sea… voy a seguir organizando las primeras
clases… tratando de tener eso en cuenta.
Tendré que irme con cuidado.
…
¡Qué extraño, qué difícil y qué fome, a todo esto,
se ha tornado ahora último hablar desde uno mismo…!
Borré sin querer el comentario. Pero sí. Es por hartas razones, pero he perdido la práctica en hablar desde mí... Y claor, con eso he perdido, además, bastante más que la práctica.
ResponderEliminarLa pregunta de ¿qué haríamos si muriésemos mañana? me parece tramposa, dentro de un minuto podría estar muerta, los extremos se tocan y son pez que se muerde la cola. Es cómo si me preguntan...¿usted es española o catalana? indecente a vote pronto, definición imposible para mí que no sé de dónde soy o sé que soy de muchos lugares.
ResponderEliminarA esos muchos lugares me refiero, los de la mente y la imaginación, infinitos, las respuestas a su tiempo si existen.
Vivir en una constante duda que estimula, pero no hasta el extremo de olvidarnos de vivir, eso de estornudar o aquel pájaro o aquel perfume, nada más, sin más. A un joven o a una muchacha lo que no le diría para estimularle las ganas de conocer es que pensara en la muerte o en que ¿para qué sirve aprender? Mejor que la muerte nos encuentre a todos y todas vivos.
Escribir lo hago por placer ¿serio? no mucho.
La educación, me parece, es insaciable y se da dentro y fuera de las aulas, mucho fuera. Conste que doy clases. Tenemos una frustración los enseñantes que tiene razones, no hace falta mentarlas, pero lo mejor de todo es que me siento aprendiente más que enseñante.
Perdón si te suena pedante. Lo mejor para el 2013 te deseo, besito.
Gracias por el saludo... Un abrazo, también. Y sí, hablar de la muerte no es un buen aliciente para conocer, pero mentar al negro a veces sirve para hablar del banco, o valorarlo, extraerle a concho el sentido, me refiero.
ResponderEliminarMis alumnos están desde las 8 hasta las 17 en aula, es decir, 9 horas, 5 días a la semana... y claro, me gustaría que la muerte, o lo que sea, los pille vivos, viviendo, durante esas horas, viviendo a concho... Y es que el cómo se vive, viviendo, dentro del sistema educativo, es entonces una responsabilidad -compartida, pero responsabilidad al fin-, y hasta un desafío, si se quiere, sobre todo cuando hay contenidos impuestos y obligatorios de por medio.
Por eso siento -aunque reconozco que el exagerar es malo-, que el para qué de nuestras acciones generales debe existir, porque el sentido en que incluimos los estornudos y los placeres -que no deben cuestionarse, claro-, se disfrutan más cuando hay un sentido de por medio. No un sentido excluyente, pero un significado y una dirección (de vida, incluso, si se le quiere dar un nombre).
Así, si el sistema educativo de 9 horas al día no satisface -y no hace sentirse vivos a mis alumnos-, sinceramente me haría inmensamente feliz que ellos salieran de ese sistema hacia donde ellos sientan está eso que los hace sentirse vivos.
Por otro lado, claro, mi apuesta está en que nos sintamos vivos, viviendo, juntos, dentro del espacio que nos brinda ese sistema, obligaciones y contenidos impuestos mediante...
Porque podemos vivir hermoso, es cierto, sin respondernos directamente para qué se vive, pero creo también en la felicidad que otorga el saber ese para qué, y sentirnos acorde a ello... felices de esa sabiduría que es también goce y estornudo y alegría.
Pocas cosas tienen sentido cómo la educacion, estimado! Que alegría "saber" de cerca*, de quienes se involucran y comprometen con ella... Particularmente cuando pasan las décadas y en cada circunvalación solar resulta mas y mas difícil comprometerse, con personas, con causas, con ideas, con uno mismo... y es tan cierto que ni la educación ni la vida misma puede reducirse a 'logros económicos', a definición ajenas(y standard) de éxito, a un cumplimiento de las "mediciones externas"**, etc...
ResponderEliminarA mi, en vez de si muriera mañana (que me permite la excusa de que a esas alturas ya esta todo excusado) la pregunta que me muerde los tobillos es; trabajo, como, camino, amo, duermo, hablo y miro con pasión? (como cuando tenias menos 20 años y hasta cortar un papel se hacía con alma completa puesta en eso, con el universo de la mano (y no 'en' la mano)). Y si la respuesta es no, por qué diablos es que la pasión abandono a cualquiera de esas actividades...
que ganas de presenciar una de tus clases, quizás de qué hablaras con l@s niñ@s, quizás cuanto de ti dejas en tus clases...
* (suena mal (y bien) la expresion saber de cerca)
** parece que todo ultimamente esta sujeto a evaluaciones externas (sin embargo las internas son las peores (o mejores))
Me gusta eso de las circunvalaciones... y también eso de saber de cerca...
ResponderEliminarLas clases no son muy buenas a menudo, pero son chistosas a ratos... por eso quiero preparar varias, para al menos intentarlas bien...
de hecho, creo que en las clases, incluso más que en mis escritos, es donde he llegado a ser "más yo" que en cualquier otro lado... (ocurre poquito, claro, pero es lindo cuando ocurre)
Saludos...
:)
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