viernes, 4 de enero de 2013

Cómo perdí un libro, el día de hoy.



-No sé qué pasó, profe… -me dijo-. O sea, fue extraño y así como de golpe… como un descubrimiento…

-¿Qué cosa?

-Lo que le decía po… eso como de darse cuenta de algo nuevo… algo bueno eso sí… una especie de viento fresquito como cuando uno entra al pasillo de los yogurt…

-¿En un supermercado?

-Claro… o sea, me pasó con el libro ese, en la casa eso sí… como que me di cuenta de que la gente era más honda…

-¿Más honda?

-Sí… o sea, siempre uno dice eso del interior y esas cosas… pero como que lo entendí y hasta vi que era mucho más honda… como un precipicio, casi…

-¿Y eso es bueno?

-Sí, po, es bueno… es como descubrir que uno vivía en una casa más grande… y que hasta puede ser más linda, esa casa…

-¿Y fue a partir un libro?

-Sí po… con el libro ese que me prestó, el de Steinbeck…

-¿Al este del Edén?

-Ese… lo terminé el viernes y el domingo fue el descubrimiento…

-¿Ese de que la gente era más honda…?

-Ese… pero no solo ese… como que son distintos… y hasta que son más…

-¿Más de qué?

-Más de lo que creen que son… o algo así…

-Pues me alegro… aunque supongo que descubrir vale de poco si uno después…

-Si entiendo, profe… -me interrumpió-, no se moleste… además mejor le digo al tiro la mala noticia…

-¿Hay una mala noticia?

-Sí… es que… ¿se acuerda que yo le hablé que descubrí que éramos más hondos…?

-Claro…

-Pues hágase la idea que el libro cayó dentro, y que no puedo devolverlo…

-¿Cómo…?

-Que tras sentirme más honda el libro de golpe cayó dentro…

-¿Es una metáfora?

-No sé bien… nunca entendí lo que era una metáfora… pero le vengo a contar eso… que el libro cayó a fondo…

-¿Y no lo podrá sacar…? Después de todo cayó en lo hondo de usted misma, ¿no es así?

-Mmm… no creo… es que hace mal meterse en lo hondo de uno mismo… eso no existe para que uno mismo se meta dentro…

-O sea que no me va a devolver el libro…

-Exacto… o al menos no por el momento… o sea, si un día alguien llega hondo y lo encuentra yo se lo devuelvo…

Yo me quedpe en silencio.

-¿Qué pasó, profe…? ¿Se enojó…?

-No… -dije entonces-, pero ten cuidado igual, a veces en lo hondo hay también animales peligrosos… de esos que atacan al hombre…

-¿Animales que atacan al hombre desde dentro?

-Pues sí… desde dentro… pero esa es otra historia.

-¿Me la cuenta algún día?

-Puede ser… pero que sea cuando usted me devuelva el libro de Steinbeck…

-¡Hecho…! –dijo entonces mi alumna, aceptando el trato.

Conversamos luego un poco más.

Por último, ella se fue.

Y claro… yo también sentí por un momento, que había entrado algo así como un viento… igual de fresco como en el pasillo del yogurt, en el supermercado…


En resumen:

Así fue como perdí un libro, el día de hoy.

Eso es todo.

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