-No sé qué pasó, profe… -me dijo-. O sea, fue
extraño y así como de golpe… como un descubrimiento…
-¿Qué cosa?
-Lo que le decía po… eso como de darse cuenta de
algo nuevo… algo bueno eso sí… una especie de viento fresquito como cuando uno
entra al pasillo de los yogurt…
-¿En un supermercado?
-Claro… o sea, me pasó con el libro ese, en la casa
eso sí… como que me di cuenta de que la gente era más honda…
-¿Más honda?
-Sí… o sea, siempre uno dice eso del interior y
esas cosas… pero como que lo entendí y hasta vi que era mucho más honda… como
un precipicio, casi…
-¿Y eso es bueno?
-Sí, po, es bueno… es como descubrir que uno vivía
en una casa más grande… y que hasta puede ser más linda, esa casa…
-¿Y fue a partir un libro?
-Sí po… con el libro ese que me prestó, el de
Steinbeck…
-¿Al este del Edén?
-Ese… lo terminé el viernes y el domingo fue el
descubrimiento…
-¿Ese de que la gente era más honda…?
-Ese… pero no solo ese… como que son distintos… y
hasta que son más…
-¿Más de qué?
-Más de lo que creen que son… o algo así…
-Pues me alegro… aunque supongo que descubrir vale
de poco si uno después…
-Si entiendo, profe… -me interrumpió-, no se
moleste… además mejor le digo al tiro la mala noticia…
-¿Hay una mala noticia?
-Sí… es que… ¿se acuerda que yo le hablé que
descubrí que éramos más hondos…?
-Claro…
-Pues hágase la idea que el libro cayó dentro, y
que no puedo devolverlo…
-¿Cómo…?
-Que tras sentirme más honda el libro de golpe cayó
dentro…
-¿Es una metáfora?
-No sé bien… nunca entendí lo que era una metáfora…
pero le vengo a contar eso… que el libro cayó a fondo…
-¿Y no lo podrá sacar…? Después de todo cayó en lo
hondo de usted misma, ¿no es así?
-Mmm… no creo… es que hace mal meterse en lo hondo
de uno mismo… eso no existe para que uno mismo se meta dentro…
-O sea que no me va a devolver el libro…
-Exacto… o al menos no por el momento… o sea, si un
día alguien llega hondo y lo encuentra yo se lo devuelvo…
Yo me quedpe en silencio.
-¿Qué pasó, profe…? ¿Se enojó…?
-No… -dije entonces-, pero ten cuidado igual, a
veces en lo hondo hay también animales peligrosos… de esos que atacan al hombre…
-¿Animales que atacan al hombre desde dentro?
-Pues sí… desde dentro… pero esa es otra historia.
-¿Me la cuenta algún día?
-Puede ser… pero que sea cuando usted me devuelva
el libro de Steinbeck…
-¡Hecho…! –dijo entonces mi alumna, aceptando el
trato.
Conversamos luego un poco más.
Por último, ella se fue.
Y claro… yo también sentí por un momento, que había
entrado algo así como un viento… igual de fresco como en el pasillo del yogurt,
en el supermercado…
En resumen:
Así fue como perdí un libro, el día de hoy.
Eso es todo.
“Entre pecho y espalda hay un abismo”
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