sábado, 19 de enero de 2013

Sospechar de Aladino.



Sospecho de  don Aladino porque lo veo feliz. 

Aunque claro, también admito que el nombre mismo ya lo dejaba como sospechoso.

Me hospeda en un lugar chiquito, en el sur, unos días, y me ofrece chicha de manzana.

Hizo poco este año, me dice, pues lo operaron de algo que ni el recuerda y le prohibieron el trago.

Poco menos de mil litros, hizo.

Dos días después y como con 8 litros menos en bodega me confiesa que es feliz.

Ya lo sospechaba, claro, pues mientras cortamos leña esa mañana me mostró unos parajes secretos y hasta un lago desconocido.

Él no sabe bien como se dice, pero sus bisnietos tienen hijos que a su vez tienen hijos.

Un poco más borracho agrega que mejor que darle un nombre a eso, es decir que gracias.

Don Aladino, de hecho, le agradece a un alerce.

No se ve la cima de ese alerce.

Estamos frente a él y todo está como en reposo.

No hay lámpara, me dice entonces.

No hay genio.

El secreto está allá arriba, pero no tiene sentido ir a buscarlo.

Además, agrega, nosotros no necesitamos ese secreto.

Los hombres son como los dedos de la mano, todos son distintos, me explica.

Es decir, yo le daría mi receta, pero para usted sirve otra.

Otro genio.

Otro alerce.

Otra mujer, incluso, dice don Aladino y se ríe mientras me palmotea la espalda.

La mujer correcta alarga la vida y hay que acariciarla como a la lámpara, me dice.

Usted debe saberse esa historia.

Usted parece saber harto, de esas cosas, me dice.

Con todo, él sabe que ha visto algo que nadie más ha visto.

Vi un puma llorando, confiesa así, la última mañana.

Vi un puma, y pensé que me iba a comer, pero al final se acercó, y estaba llorando.

Don Aladino no agrega nada más.

Vuelvo entonces a la carpa y mi hijo aún duerme.

Yo preparo el desayuno y cargo las mochilas.

Y claro, no sé por qué me cuesta tanto, pero yo también digo gracias, mientras le acaricio el pelo y le digo que el desayuno está listo.

El día comienza y es como si en vez del genio hubiese aparecido directamente el deseo.

Te quedó rico, me dicen.

Gracias.

1 comentario:

  1. no creo que exista mayor riqueza, ya con tu hijo durmiendo a unos pasos. lo que sigue es sumar y sumar.

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales