De chico entendí muchas cosas mal.
Una de ellas -una sin importancia, por cierto-, fue
lo que era un haikú.
Y es que de pequeño, pensé erróneamente que se
trataba de un poema de tres palabras.
¡Qué fácil
era así, la poesía!, pensé.
Y claro, hice innumerables de esos falsos haikús.
Llené un cuaderno, con ellos.
Un cuaderno a razón de quince falsos-haikús por
página. En cien páginas.
Yo era todo un poeta, pensaba.
Luego antologué.
Luego quise mostrar.
E hice el ridículo, claro.
Y no me pareció chistoso.
Eso fue a mis doce años.
Con todo, hace unos días di con el cuaderno en
cuestión.
Y me llamaron la atención algunos.
No es que sean gran cosa, lo reconozco.
Pero sentí que eran algo así como ladrillos.
Piezas de un rompecabeza imposible, tal vez, pero
partes de algo, al fin y al cabo.
Y es que de eso estaba consciente, en ese entonces.
Consciente de que cada uno de esas frases, era una
especie de átomo.
Un átomo de tres partículas.
Átomos condenados a perderse.
Pero átomos míos, en definitiva.
Y claro, supongo que, imperceptiblemente, uno se
fue haciendo más pequeño, tras sacarse aquellos átomos.
Quizá no es importante, quizá fue solo un error, es
cierto.
¿Pero cuántos errores no lo son más, porque alguien
cree en ellos…?
Así, hoy los leo con ese cariño, y con esas ganas
de creer, y reintegrarlos.
Y claro, hasta uno descubre algunas cosas, al
hacerlo.
Esto no duele,
recuerdo que decía el último de ellos.
Vivir es esto,
decía el primero.
Me gustaría que compartieras algunos más.
ResponderEliminar=)
los átomos están formados de 3 partículas,
ResponderEliminarlos electrones están formados de 3 quarks,
y la historia de un hombre, comienza formada por 3 personas.
(que tesoro encontrarse con el yo de la infancia)