miércoles, 30 de enero de 2013

Hay máquinas y máquinas.


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Es de noche, subo al barquito y hablo con el capitán.

-He visto morir tres personas en un mismo barco –me dice-. Un barco que iba a mi cargo, claro. Sin embargo, nunca consideré necesario sentirme culpable…

-¿Culpable…?

-Claro… lo que ocurre es que no faltan los que parecen culpar al capitán de todo lo que ocurre… -explicó-. Es como con Dios un poco… aunque bueno, él sí tiene la culpa porque tiene poderes y todo eso… uno en cambio solo estaba a cargo de un barco… durante algún viaje…

-…

-Igual yo estoy de acuerdo en que debe haber un culpable –agregó, tras pensarlo-. Es decir, si ocurren cosas malas, y las muertes son malas, se supone, tiene que haber culpa… es como un ejercicio simple…

-Y en lo del barco ese… -pregunté entonces- ¿Quién sería el culpable?

-Buena pregunta… -me dijo-. Yo me la hice varias veces… no creas que mis conclusiones son rápidas o que las tomo por comodidad…

-¿Pero llegó a alguna conclusión?

-Claro… o sea, lo que pasa es que el barco llevaba máquinas…

-¿Y las máquinas serían…?

-No… no las máquinas me interrumpió-, pero es que hay máquinas y máquinas… y no todas son culpables…

-¿Las máquinas…?

-Es que no ha pensado usted, ¿para qué hacer máquinas que hacen lo que nosotros podemos hacer…?

-…

-O sea, yo no tengo nada contra las máquinas… porque claro, las máquinas que hacen cosas que nosotros no podemos hacer, vale, esas no tienen culpa… pero hacer máquinas que hacen cosas que podríamos hacer nosotros… eso es quitarnos valor gratuitamente, ¿no cree?

-¿Quitarnos valor…?

-Claro… imagínese que no hayan máquinas para hacer lo que hacemos nosotros… entonces nosotros seríamos más valiosos…

-¿Y eso lleva a que hayan muertos esos tres hombres?

-Claro… no directamente, claro, pero si hay que buscar culpables…

-¿Y qué ocurre tras encontrar culpables? –pregunté-. O sea, culpables de ese tipo…

-Según –me dijo-. Yo esa vez, por ejemplo, decidí colgar las máquinas del mástil, al amanecer… pero al final no se pudo.

-¿No tenía mástil, acaso…?

-No, fue peor que eso… -concluyó-. Puede pensar que estoy loco, lo admito… pero esa vez no hubo amanecer…

-¿No hubo amanecer? –pregunté- ¿Qué quiere decir eso?

-Quiere decir eso. Que no hubo amanecer.

Y claro… yo insisto, pero el capitán no vuelve a hablar.

Bajo del barquito.

Es de noche.

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