sino que procediereis conmigo en
oposición,
yo procederé en contra de vosotros con ira
y os castigaré aún siete veces por
vuestros pecados.
Y comeréis la carne de vuestros hijos,
y comeréis la carne de vuestras hijas.”
Levítico 26; 27-29.
No es una apreciación unánime, la que se refiere al
sabor de la carne humana.
Sin embargo, no es el sabor lo que nos lleva a
comer de ella.
Usted mismo, si se ve tentado a probar, ha de saber
ya a qué me refiero.
Y es que los que sentimos verdaderamente esta
necesidad, podemos dar fe de que aquello que ansiamos no es precisamente la
carne, sino que, por el contrario, buscamos aquello que no es comible, bajo ese
desperdicio.
Porque es desperdicio la carne, aunque nos cueste
admitirlo.
Es decir, no es cáscara que revela la pulpa, ni
pulpa que revela la semilla…
La carne humana es desperdicio, sin más.
Por eso comerla casi es un alivio, y hasta el único
acto de purificación verdaderamente noble que podemos hacer hacia quienes nos
rodean, o hacia nosotros mismos.
Así, si es usted principiante, ante todo pierda el
miedo.
Será simplemente como comer un globo, o masticar el
cartón que da forma a una caja vacía.
Yo lo comprendí incluso en mi primera experiencia:
nunca se puede llegar a comer verdaderamente a otro.
Por esto, todo intento que persiga este objetivo
será vano y resultará decepcionante, además, para quien lo intente.
Con todo, decía que la experiencia del canibalismo es
un acto esencialmente noble, justamente porque contiene la pureza de aquel que lo
hace movido por un hambre que sabe, de antemano, no puede ser saciada.
Por eso, aunque distintas opiniones se contradigan
a la hora de describir su sabor, lo único certero es que es amarga, y que viene
a alimentar a una verdad que suele tener una existencia débil, en nuestro
sistema de creencias.
Y es que el consumo de carne humana solo viene a
confirmarnos, finalmente, que estamos solos, y que solo nos tenemos a nosotros
mismos.
Puede parecer algo triste, en apariencia, pero amar
la vida y hasta a los otros, después de saber aquello, es justamente lo que valida
y ennoblece aquellos sentimientos.
Se los digo sinceramente y sin metáforas de por
medio.
Ese es el secreto del verdadero canibalismo.
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