“Arrebatar a lo real el principio de
realidad.
Y arrebatar a cuadro el principio de
representación.”
Jean Baudrilliad.
No puedo decir dónde, pero hoy me dejaron a solas
con unas impresoras de gran calidad y he aprovechado el momento. Así, pasé
varias horas imprimiendo dos resmas completas con fotografías de objetos que, al menos hoy, no
me pertenecen.
Y es que hace un par de años, me dio por
fotografiar una serie de objetos con los que topaba día a día, e incluso,
registré algunos que formaban parte de mis pertenencias en aquel entonces.
No voy a entrar en detalles de aquella época, pero
lo cierto es que por distintas razones fui despojándome poco a poco de esos
objetos, y hoy puedo decir que prácticamente –a excepción de los libros que me
niego a considerar bajo ese concepto-, no poseo absolutamente nada.
Quizá por eso, la sensación al ver aparecer hoy
todos esos objetos (perdidos, regalados, abandonados, rotos, dañados, etc.), no
hizo sino reafirmar en mí, la certeza de no haber poseído nunca, realmente,
cosa alguna.
Con todo, no es una sensación de libertad plena, aquello
que siento.
Y es que hoy, desligado de prácticamente todo, cada
una de esas imágenes pareció recordarme que están presentes, de alguna forma en
aquello que soy.
No hablo sin embargo de recuerdos, ni experiencias,
ni huellas… ni nada que pueda vincularse a
algún tipo de recuerdo afectivo de esos que se relacionan con la idea de
que somos la suma de aquello que vivimos y todo ese discurso que no me entra en
gana repetir ahora.
Me refiero, más bien, a la idea de que algo me han
arrebatado esos objetos. Es decir, algo de mí fue robado por ellos. Parte de
mis creencias, parte de mi realidad. Parte de lo que soy incluso, (aunque por otra parte estoy hecho a partir de las muescas de esos mismos robos y carencias).
Y es que en definitiva, no volveré a tener los
vínculos que tuve alguna vez con dichos objetos. Y todo aquello que perdí en
ellos, resulta ser, de esta forma, algo simplemente irrecuperable.
Habrá otros objetos, claro, pero yo estaré cada vez
más disminuido.
Mis creencias, gastadas.
Mis afectos, derrotados.
Y los objetos caerán entonces de mis manos de la misma
forma en que aquello que debíamos ser cayó un día de las manos de aquellos que
no supimos sostenerlo.
Quizá entonces, sin embargo, alguien imprimirá las
imágenes suelta de lo que fuimos siendo.
De nuestras pérdidas.
Del desgaste de aquello que ansiábamos.
Eso pienso mientras se imprimen las imágenes.
Mientras las veo. Mientras me desmorono entre ellas…
Somos irrecuperables.
Nos deshilvanamos enganchando nuestras creencias en
las cosas, o en los otros, o hasta en unas simples palabras.
Eso fuimos, diremos algún día.
Eso pudimos ser.
Me pasa ante mis viejas fotos...al verlas, siento que alguna vez fui esa que veo y que nunca más seré. Mañana, al ver las fotos de hoy, pensaré lo mismo.
ResponderEliminarA todos nos pasa pero intento verlo con un ánimo más positivo que otra cosa, aunque no puedo evitar sentir un poco de vergüenza con algunas fotos, con los objetos que atesoraba (primer diario de vida... a los 4 años).
ResponderEliminarSí, existe un lado positivo, claro... solo apuntaba a un desgaste, a un cansancio... a creer menos en el vínculo con aquello que supuestamente poseo... saludos.
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