sábado, 12 de mayo de 2012

Todo es cuestión de tamaño.


“Porque hay ocasiones en que no se quiere
tener sentimientos”
Clarice Lispector.


-Todo es cuestión de tamaño –me dijo-, y ni siquiera de tamaño, sino de perspectiva.

-No te entiendo –confesé.

-Piensa en un hombre, por ejemplo, uno cualquiera, que va y le arranca las patas a un perro y se queda mirando qué ocurre con el animal luego de aquello…

-¿Un hombre que le arranca las patas a un perro?

-Sí –afirmó-. Imagínate eso.

-¿Pero para qué un hombre le va a arrancar las patas a un perro? –le pregunté.

-No sé… quizá porque entró a su patio y se sintió invadido… o porque rompió su diario, qué sé yo…

-¿Y por qué no lo mata simplemente?

-Está bien, imagínate entonces que un hombre mata a un perro.

-Ok. Un hombre mata a un perro.

- Ahora agrégale que un vecino ve el hecho y lo denuncia…

-¿A la policía?

-Claro, a la policía… dime, ¿qué crees que haría la policía con ese hombre?

-¿Con el que denuncia? –le pregunto por molestar.

-No po hueón… con el otro, con el que mató al perro…

-Ah… ese…

-Sí, ese… ¿qué haría la policía con él?

-No sé… lo detendría supongo, y luego lo entregaría a la justicia.

-Pues bien, ahora imagina que un hombre aplasta a una hormiga que encontró trepando por el azucarero.

-Ya.

-Y hora imagina que alguien que lo vio, hace la denuncia a la policía por haber matado a la hormiga.

-Ya.

-¿Qué haría la policía con el hombre acusado?

-Eh… nada, supongo.

-¡Exacto, Vian! No harían nada. Ni tampoco por arañas, ni por moscas, y puede que tampoco por lagartijas u otros  similares… ¿sabes por qué?

-No… no tengo idea.

-Por una cuestión de tamaño, Vian… o de perspectiva, si quieres… Y es que el perro se ve, Vian, y el dolor del perro se ve… la expresión de dolor, o hasta el aullido… ¿comprendes a dónde quiero llegar?

-Entiendo lo que dices… -confieso-, pero creo que el objetivo se me escapa…

-Se te escapa porque también validas esa idea, interiormente… porque nos acostumbramos a ello, sin darnos cuenta… es decir, asociamos la idea del sufrimiento, o de las sensaciones, al tamaño de aquello que los expresa.

-Mmm…

-Piensa en los niños, Vian… en los griteríos que arman cuando a veces quieren algo y se ven desatendidos… ¿pasaríamos por el lado tan normal si fuesen adultos y comenzaran a llorar y a gritar y se tiraran al suelo?

-¿Y tú dices que es por el tamaño?

-Sí. Y lo afirmo rotundamente.

-¿Y querías llegar a afirmar eso, simplemente, como objetivo?

-No –me dijo-. Lo importante de este descubrimiento es las implicancias que tendría en el tratamiento de trastornos afectivos o en conductas depresivas…

-¿Y cuál sería la solución, entonces, según tú…?

-Fácil: desestimar el tamaño de aquella zona desde la que nacen nuestras emociones…

-¿O sea que debemos convencer a la gente para que rompa el vinculo asociativo entre los sentimientos y el corazón, y pase a creer que los sentimientos se anidan en la parte naja de la uña de uno de los dedos meñiques…?

-Pues sí. Irónico o no, pero has dado en el centro: ¿crees que importarían tanto los sentimientos si la gente pensara que ellos se originan en la parte baja de la más pequeña de las uñas de su cuerpo?

-Pues no sé… -dije mientras pensaba-, es posible…

-¡Claro que es posible! ¡Todo es cuestión de tamaño…! ¡Acuérdate!

-Pero…

-Nada, Vian… Creo que ya dejé las cosas en claro… y además…

-Además mides un poco más que yo –lo interrumpí.

Entonces él se puso serio y se molestó porque supuestamente me estaba burlando.

Yo, en tanto, y demostrando justamente lo contrario, me arranqué las uñas de los dedos meñique de ambas manos.

Y es que en realidad, me dije, nunca se sabe con esto de las nuevas teorías.

Nunca se sabe.

2 comentarios:

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales