Sé que es absurdo, pero por eso es bello.
Dicho esto, imagine usted un tiranosaurio queriendo
cambiar una ampolleta.
Un poquito a oscuras, un poquito asustado y otro
poquito sin entender el porqué de sus bracitos cortos y sin alcance.
¿Quién no se pondría en duda ante tamaña
incapacidad?
Porque, claro, puede parecer poca cosa, pero no hay
que subestimar la oscuridad.
Y es que la ausencia de luz, nunca ha sido poca
cosa.
Los que vivimos con ella la despreciamos, casi…
pero si faltara: ¿qué escándalo no haríamos para invocar su regreso?
Pues bien, ese escándalo interno es lo que vive ese
pequeño tiranosaurio que usted se imagina.
Aclaro lo de lo interior, por cierto, porque nuestra
imaginación suele quedarse en la superficie, y tener también los bracitos
cortos, para iluminar lo privado.
Pero claro, les hablaba yo del pequeño tiranosaurio
que quería cambiar una ampolleta.
Pónganse en su lugar por un momento.
¿Lo hicieron…?
Entonces ahora préstenle su cerebro un momento que
el de él es pequeñito, y a veces se aturde, cuando intenta entender.
Porque son hartas las cosas que ha intentado
entender antes, claro está.
Es decir, no es solo cuestión de la ampolleta.
Tampoco puedes abrocharte los zapatos, o echarte el pelo para atrás, por ejemplo…
Y claro, usted podría pensar que es absurdo y
reducirlo a eso y hasta concluir con una de esas magníficas frases que hablan
de la perfección de la naturaleza y todas esas verdades que en el fondo solo
son consuelos disfrazados.
Y es que el problema del que aquí hablo –y la
incomprensión asociada-, no se limita solo a un absurdo.
Eso lo hace bello, claro, o enternecedor si usted
quiere, pero es un asunto que puede volverse serio ante la aparición inminente
de otras necesidades.
Así, pase a imaginar usted otras necesidades más básicas.
Piense un momento, por ejemplo, en la necesidad de ese pequeño tiranosaurio de
dar un abrazo, o hasta el sencillo impulso de llevarse la mano al corazón para escuchar sus latidos
y saberse vivo… ¿también se tranquilizará usted diciendo que se trata de un
absurdo?
Porque claro, si bien fui yo mismo quien lo llamó
absurdo en un inicio, debo confesar que eso fue solo para ganar su confianza, y
lograr que viniera hasta acá, donde existe una verdad más evidente y más simple:
El corazón de todos tiene bracitos cortos.
Eso quería decirles, pero no explicarles.
Así, si está dispuesto a dudar de aquello que a
veces nos sostiene, podrá comprenderlo incluso, casi sin problemas.
Por otro lado, si no gusta de esa opción, alguien
podría recomendarle que piense que los tiranosaurios, pequeñitos o no, están hoy
día extintos, y se acabará el problema.
Con todo, yo no le recomendaría a usted aquello… de
hecho, si lo hace, debo ser sincero y decirle que me defraudaría usted enormemente.
Y es que la naturaleza -debiésemos tener en cuenta-, no siempre sabe lo que
hace.
no están extintos, solo cambiaron de apariencia y viven entre nosotros, hay muchos incapaces de "cambiar la ampolleta"!!!
ResponderEliminarlamentablemente...
Saludos, buena metáfora, me gustó!
Gracias. Saludos.
ResponderEliminarSupongo que el corazón de los egoístas tienen brazos pequeños...buen tema.
ResponderEliminarSaludos fraternos!
Interesante!!
ResponderEliminarGracias por pasar por mi mundo .
Saludos