domingo, 13 de mayo de 2012

Cerca del colapso, o El incidente del choapino.


-Dime.

-Fue un enredo, hueón, o sea una confusión de esas que parecen sencillas, pero que terminan por complicarlo todo… Pero deja ordenarme, para que se entienda… Yo creo que el inicio es un problema semántico, es decir, tú quizá no habrías tenido problema porque eres profe de lenguaje, para en mi caso podría decirse que me arruinó una sola palabra… ¿No quieres adivinar de cuál se trata?

-…

-Bueno, no podrías, de todas formas… pero te cuento que la palabra era “choapino”… y que yo no tenía idea qué mierda significaba.

-Ya.

-Lo malo es que a pesar de no saber, yo creía que sabía, así que cuando la Mari me dijo que me dejaba las llaves bajo el choapino, yo fui directo a buscarlas a los pies de un árbol que había en el jardín, y que yo juraba que era el choapino ese… ¿se entiende, cierto?

-Sí.

-Cómo sea… el punto es que obviamente no encontré las llaves y con la confusión comencé a pensar que quizá ella las hubiese dejado en una rama, y claro, de ahí a encaramarme al árbol que yo llamaba choapino pasaron apenas unos minutos, así que ahí estaba yo, arriba del árbol, sentado una rama y pensando dónde mierda habría dejado Mari las llaves… ¿tú ubicas la casa de la Mari, cierto?

-No.

-¿No…? ¡Qué tonto….! Verdad que no has ido nunca… Bueno, de todas formas hubieras tenido que ir, porque fue justamente ese día el que yo iba a comenzar a cambiar mis cosas para la casa… Es decir, la Mari se iba a ir a la playa el fin de semana y yo iba aprovechar esos días para llevar mis cosas hasta ahí y comenzar a vivir oficialmente juntos… pero claro, entonces pasó la hueá del choapino… o el incidente del choapino, por nombrarlo de alguna forma… ¿Leíste a todo esto, Tristán e Isolda?

-Sí.

-Entonces te tienes que acordar de una escena en que el rey se esconde arriba de un árbol para descubrir si su mujer lo engaña… es genial esa escena, no crees… o sea, es un rey, y arriba de un árbol…

-…

-Bueno, el caso es que si bien aquí no había engaño ni yo estaba escondido, se me vino igual a la cabeza esa historia, y comencé entonces a fijarme en la casa… No es que fuese extraña, en todo caso… Es decir, era una casa de dos pisos, bonita… relativamente grande incluso porque la Mari como es enfermera pudo juntar algo de dinero… pero el punto es que de pronto me sentí casi tan patético como el rey, y comencé como a desconfiar de la casa…

-…

-Bueno, en realidad no solo de la casa… o sea, era como mirarse uno mismo, desde lejos, y además pudiese uno ver los espacios vacíos al mirar la casa… ¿te has puesto alguna vez a mirar una casa vacía?

-Sí.

-Pues entonces sabrás de lo que hablo… es un poco triste, después de todo, ¿no crees? O sea no la casa en sí, si no el saber que vas a vivir ahí y que hasta te encierras bajo llave, ahí dentro… ¿no es raro eso de encerrarse bajo llave?

-Claro.

-Pues bien, así me sentí yo, sobre el árbol… Así que bueno, para aclarar el asunto de las llaves marqué mejor el número de la Mari, para decirle que las no había nada donde ella había dicho…

-…

-Entonces ella contesta y mientras yo alegaba y me preocupaba de que alguien hubiese sacado las llaves, la Mari entendió qué era lo que pasaba, y entonces me preguntó: “¿Qué crees que es un choapino?”…

-¿Y?

-Y yo le contesté que claro que sabía y que estaba sobre él… y así seguimos hablando un buen rato hasta que nos dimos cuenta del error y la Mari se empezó a reír y yo también me contagié y me acerqué riendo hasta la casa y levanté el verdadero choapino y ahí estaban las llaves, claro… y la Mari me dijo: “Ya ves que el error era sencillo. Solo estábamos nombrando cosas distintas por el mismo nombre”… ¿entiendes ahora lo que quiero decirte?

-No.

-Es que cuando la Mari me dijo eso y luego cortó, yo en vez de entrar a la casa me subí nuevamente al árbol, y comencé a pensar las cosas… Es decir, pensé en las palabras y lo que nombramos… y en las cosas y hasta en lo que sentimos, y no sé… como que en mi interior seguía sintiendo que el verdadero choapino era el árbol y que la Mari me había traicionado, o algo así…

-…

-¿No te pasa eso con el nombre de algunas cosas? ¿O con nombrar lo que te lleva a tomar decisiones, por ejemplo?

-Sí.

-Pues eso me pasó… Y aunque la situación sea extraña y absurda y le sirva en realidad cualquier adjetivo que quieras ponerle, lo cierto es que cuando me bajé del árbol fui derechito a dejar las llaves donde estaban, y hasta decidí no irme a vivir con la Mari…

-¿No?

-No.

-¿Y?

-Y por eso estoy aquí po, hueón… necesito quedarme un par de días, mientras vuelvo a arrendar un lugar.

-…

-Menos de una semana, de todas formas porque igual acá no caben las cosas y las tengo guardadas por unos días y debo llevarlas a un lugar definitivo… ¿Puedo quedarme, cierto?

-…

-Igual acá puedo ayudarte, si quieres… no sé, a ordenar la biblioteca o lo que sea…

-…

-No me había fijado… ¡¿Ese montón de hojas que están ahí es una novela, hueón…?! ¡¡Llevas un montón…!¡Son como mil hojas…! ¿Es una novela, cierto?

-No.

-¿No? ¿Y entonces?

-Son pruebas, hueón. Tengo que corregirlas.

-Ah… ¡qué lata, hueón! Tremendo trabajo…

-Sí.

-Entonces mejor te dejo trabajar. Me tiro en el sillón con unas frazadas y listo… ¿no tienes alguna cerveza?

-No.

-Mmm… buenas noches entonces, es tarde ya.

-Sí, es tarde.

-Buenas noches, Vian.

-Buenas.

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