-Dime.
-Fue un enredo, hueón, o sea una confusión de esas
que parecen sencillas, pero que terminan por complicarlo todo… Pero deja
ordenarme, para que se entienda… Yo creo que el inicio es un problema semántico, es decir, tú quizá no habrías tenido problema porque eres profe de lenguaje, para en mi caso podría decirse que me arruinó una sola palabra… ¿No quieres adivinar de cuál se trata?
-…
-Bueno, no podrías, de todas formas… pero te cuento
que la palabra era “choapino”… y que yo no tenía idea qué mierda significaba.
-Ya.
-Lo malo es que a pesar de no saber, yo creía que
sabía, así que cuando la Mari me dijo que me dejaba las llaves bajo el choapino,
yo fui directo a buscarlas a los pies de un árbol que había en el jardín, y que
yo juraba que era el choapino ese… ¿se entiende, cierto?
-Sí.
-Cómo sea… el punto es que obviamente no encontré
las llaves y con la confusión comencé a pensar que quizá ella las hubiese
dejado en una rama, y claro, de ahí a encaramarme al árbol que yo llamaba choapino
pasaron apenas unos minutos, así que ahí estaba yo, arriba del árbol, sentado
una rama y pensando dónde mierda habría dejado Mari las llaves… ¿tú ubicas la
casa de la Mari, cierto?
-No.
-¿No…? ¡Qué tonto….! Verdad que no has ido nunca…
Bueno, de todas formas hubieras tenido que ir, porque fue justamente ese día el
que yo iba a comenzar a cambiar mis cosas para la casa… Es decir, la Mari se
iba a ir a la playa el fin de semana y yo iba aprovechar esos días para llevar
mis cosas hasta ahí y comenzar a vivir oficialmente juntos… pero claro, entonces
pasó la hueá del choapino… o el incidente del choapino, por nombrarlo de alguna
forma… ¿Leíste a todo esto, Tristán e Isolda?
-Sí.
-Entonces te tienes que acordar de una escena en
que el rey se esconde arriba de un árbol para descubrir si su mujer lo engaña…
es genial esa escena, no crees… o sea, es un rey, y arriba de un árbol…
-…
-Bueno, el caso es que si bien aquí no había engaño
ni yo estaba escondido, se me vino igual a la cabeza esa historia, y comencé
entonces a fijarme en la casa… No es que fuese extraña, en todo caso… Es decir,
era una casa de dos pisos, bonita… relativamente grande incluso porque la Mari
como es enfermera pudo juntar algo de dinero… pero el punto es que de pronto me
sentí casi tan patético como el rey, y comencé como a desconfiar de la casa…
-…
-Bueno, en realidad no solo de la casa… o sea, era
como mirarse uno mismo, desde lejos, y además pudiese uno ver los espacios
vacíos al mirar la casa… ¿te has puesto alguna vez a mirar una casa vacía?
-Sí.
-Pues entonces sabrás de lo que hablo… es un poco
triste, después de todo, ¿no crees? O sea no la casa en sí, si no el saber que
vas a vivir ahí y que hasta te encierras bajo llave, ahí dentro… ¿no es raro eso
de encerrarse bajo llave?
-Claro.
-Pues bien, así me sentí yo, sobre el árbol… Así
que bueno, para aclarar el asunto de las llaves marqué mejor el número de la Mari,
para decirle que las no había nada donde ella había dicho…
-…
-Entonces ella contesta y mientras yo alegaba y me preocupaba de que alguien hubiese sacado las llaves, la Mari
entendió qué era lo que pasaba, y entonces me preguntó: “¿Qué crees que es un choapino?”…
-¿Y?
-Y yo le contesté que claro que sabía y que estaba
sobre él… y así seguimos hablando un buen rato hasta que nos dimos cuenta del
error y la Mari se empezó a reír y yo también me contagié y me acerqué riendo hasta la casa y levanté el verdadero choapino y ahí estaban las llaves, claro…
y la Mari me dijo: “Ya ves que el error
era sencillo. Solo estábamos nombrando cosas distintas por el mismo nombre”…
¿entiendes ahora lo que quiero decirte?
-No.
-Es que cuando la Mari me dijo eso y luego cortó,
yo en vez de entrar a la casa me subí nuevamente al árbol, y comencé a pensar
las cosas… Es decir, pensé en las palabras y lo que nombramos… y en las cosas y
hasta en lo que sentimos, y no sé… como que en mi interior seguía sintiendo que
el verdadero choapino era el árbol y que la Mari me había traicionado, o algo
así…
-…
-¿No te pasa eso con el nombre de algunas cosas? ¿O
con nombrar lo que te lleva a tomar decisiones, por ejemplo?
-Sí.
-Pues eso me pasó… Y aunque la situación sea extraña y absurda y
le sirva en realidad cualquier adjetivo que quieras ponerle, lo cierto es que
cuando me bajé del árbol fui derechito a dejar las llaves donde estaban, y
hasta decidí no irme a vivir con la Mari…
-¿No?
-No.
-¿Y?
-Y por eso estoy aquí po, hueón… necesito quedarme
un par de días, mientras vuelvo a arrendar un lugar.
-…
-Menos de una semana, de todas formas porque igual
acá no caben las cosas y las tengo guardadas por unos días y debo llevarlas a
un lugar definitivo… ¿Puedo quedarme, cierto?
-…
-Igual acá puedo ayudarte, si quieres… no sé, a
ordenar la biblioteca o lo que sea…
-…
-No me había fijado… ¡¿Ese montón de hojas que
están ahí es una novela, hueón…?! ¡¡Llevas un montón…!¡Son como mil hojas…! ¿Es
una novela, cierto?
-No.
-¿No? ¿Y entonces?
-Son pruebas, hueón. Tengo que corregirlas.
-Ah… ¡qué lata, hueón! Tremendo trabajo…
-Sí.
-Entonces mejor te dejo trabajar. Me tiro en el
sillón con unas frazadas y listo… ¿no tienes alguna cerveza?
-No.
-Mmm… buenas noches entonces, es tarde ya.
-Sí, es tarde.
-Buenas noches, Vian.
-Buenas.
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