jueves, 1 de marzo de 2012

Quizá vino desde más adentro.


-Quizá vino desde más adentro –le digo al doctor.

-¿Qué cosa?

-Lo que tengo en la garganta.

El doctor me mira entonces, algo molesto.

-¿Insiste en que tiene algo?

-Sí –reitero-, no es solo amigdalitis…

-Pues yo solo veo irritación, algunas heridas pequeñas quizá… nada más.

-¿Y no puede ver nuevamente… con más detención?

El doctor hace una pausa y luego advierte:

-Lo examinaré nuevamente, pero solo para que pueda irse más tranquilo…

Y claro, tras volver a examinar el doctor encuentra algo, que extrae con cuidado.

-Usted está loco –me dice entonces, de improviso.

Yo lo miro sin comprender.

-¿Cómo se metió eso ahí?

-¿Qué cosa, doctor?

-¿Va a fingir que no lo sabe?

-Es que realmente no lo sé… créame, doctor…

El doctor me mira por un momento, dudando si creerme o no, hasta que se decide a hablar.

-Usted tenía una palabra en la garganta –me dice.

-¿A qué se refiere con una palabra? –pregunto.

-Usted sabe lo que es una palabra mejor que yo, ¿acaso no es profe de lenguaje?

-Sí, pero…

-No diga nada –me interrumpe-, usted tenía una palabra en la garganta, la palabra hacía daño, así que la quité… dejémoslo así.

-¿Y qué palabra era, doctor? ¿Puede mostrármela?

-Digamos que era una palabra peligrosa, Vian… dañina…

-¿Puedo verla? –insistí.

-Tengo que decir que no –dijo entonces el doctor-, piense que es como un tumor o algo así…

-¿Y los tumores no se devuelven?

-No.

-¿Por qué? ¿Acaso no pertenecen a quienes se los extirpan?

-No –volvió a decir le doctor-. Los tumores no pertenecen a nadie, por algo se extraen…

-Pero…

-Nada, Vian. No insista. Piénselo así: una palabra, un daño innecesario. Ya no tendrá problemas con eso… Quizá usted intentó decirla hace mucho o simplemente no se dejó hacerlo… Lo importante es que está fuera…

-¿Y si vino de más adentro?

-¿Qué cosa?

-Lo que tenía en la garganta…

-¿Acaso quiere empezar todo de nuevo, Vian? ¿No sabe que las palabras no vienen de adentro? De adentro vienen los significados… se montan en las palabras e intentan, a medias, salir fuera… Piense mejor que el significado salió solo y dejo esa palabra vacía… como un traje…

-Pero…

-Nada, Vian. La consulta terminó y ya dije más de lo que era necesario.

-¿Eso es todo, entonces?

-Sí –afirma el doctor-, le haré una receta para que consiga algo para el dolor.

Así, finalmente, el doctor me extiende una receta y yo salgo de la consulta. Unos metros más allá, sin embargo, arrojo la receta a un basurero, e intento que el dolor, -si es posible-, me revele esa palabra.

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