No es lo mismo ser hueón que ser ignorante.
Yo, por ejemplo, prefiero la ignorancia.
Y no es por comodidad,
pues ser hueón me nace
sin esforzarme mayormente,
mientras la ignorancia exige de mí
mis más profundos atributos.
Y es que es verdad lo que dijo Basílides:
la única redención posible es la redención intelectual
y solo ha de venir cuando la humanidad
retorne a la ignorancia universal,
a su único límite…
Lo malo de esto, sin embargo,
es que por más que lo intento
no logro olvidar
aquellas palabras de Basílides,
y el mismo llamado a la ignorancia
permanece en mí, de esta forma,
como el más profundo
e inútil
conocimiento.
Y claro, visto así:
¿Ven que me nace ser hueón?
¿Entienden que no exagero?
Y es que estos son
los verdaderos límites
de mi naturaleza:
¡Nada de ignorancia docta,
como quería Nicolás de Cusa…!
Yo prefiero la ignorancia enviada por Dios…
O la ignorancia como gracia,
O incluso la ignorancia como cosa justa…
¿O acaso no es justo
que si el conocimiento no nos llevó nunca a ningún sitio
la ignorancia fuese entonces el último de los premios…?
¡Cuánta belleza en no saber!
¡Cuánta pureza en la absoluta ignorancia!
No saber que somos.
No saber que estamos.
Ascender, ignorantes,
hacia los mundos superiores.
Y claro,
por último,
deshacernos de los más profundos
conocimientos equivocados:
Olvidarnos de Dios
y que él nos olvide.
Y olvidarnos también que amamos
y que quisimos ser amados.
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ResponderEliminarSí y no, pero sobre todo no.
ResponderEliminar1. Creo que fue Cioran quien malentendió diciendo que creía -junto a Basílides-, que la humanidad debía volver a sus límites naturales a través de la ignorancia como única señal de redención.
2. Es necesario que el hombre supere el conocimiento, que renuncie a la aventura del conocimiento.
Esto es lo que dicen los Philosophoumena sobre la redención en el sistema de Basílides: “Cuando todo se haya cumplido definitivamente, cuando todas las simientes confundidas hayan sido arrancadas y devueltas a su lugar de origen, Dios extenderá una ignorancia absoluta sobre el mundo entero, a fin de que todos los seres que lo componen permanezcan en los límites de su naturaleza y no deseen nada ajeno o mejor; pues en los mundos inferiores, no se encontrará ni mención ni conocimiento de lo que hay en los mundos superiores, a fin de que las almas no puedan desear aquello que no pueden poseer y que ese deseo no se convierta para ellas en fuente de tormentos; ya que eso sería la causa de su perdición".
3. Nicolás de Cusa: "Así, pues, el entendimiento finito no puede entender con exactitud la verdad de las cosas mediante la semejanza. La verdad no está sujeta a más o a menos, consistiendo en algo indivisible, a lo que no puede medir con exactitud ninguna cosa que no sea ella misma lo verdadero; como tampoco al círculo, cuyo ser consiste en algo indivisible, puede medirle el no-círculo. Así, pues, el entendimiento, que no es la verdad, no comprende la verdad con exactitud, sin que tampoco pueda comprenderla, aunque se dirija hacia la verdad mediante un esfuerzo progresivo infinito; al igual que ocurre con el polígono con respecto al círculo, que sería tanto más similar al círculo cuanto que, siendo inscrito, tuviera un mayor número de ángulos, aunque, sin embargo, nunca sería igual, aun cuando los ángulos se multiplicaran hasta el infinito, a no ser que se resuelva en una identidad con el círculo. Es evidente, pues, que nosotros no sabemos acerca de lo verdadero, sino que lo que exactamente es en cuanto tal, es algo incomprensible y que se relaciona con la verdad como necesidad absoluta, y con nuestro entendimiento como posibilidad".
Atte. Vian.
Hueón e ignorante.