“Todos los niños del mundo,
menos uno, crecen.”
J. M. Barrie.
I.
El cambio realmente esencial, parece decirnos J. M. Barrie, en Peter Pan, no se produce por la acción de crecer, sino que es resultado del momento exacto en que nos damos cuenta que vamos a crecer, y que no hay otro camino.
Así, ese momento viene a establecerse como el final anticipado de una etapa, o la toma de consciencia de la fugacidad de nuestros estados. Es decir: no seremos más quienes somos ahora. Y poco importa lo que hagamos, o planifiquemos hacer, para impedirlo.
Visto así, la verdadera gracia de Peter Pan no es simplemente no crecer, sino desconocer aquellas reglas o normas naturales que han de cambiar algún día, la forma de nuestra existencia.
Darle la espalda a las pequeñas muertes, en otras palabras.
No abrirle las puertas.
II.
¿No encuentran extraño vivir sabiendo que vamos a morir?
¿No creen que es un poco “estar muriendo” día a día?
Se los pregunto no con el tono negativo o la visión pesimista que contienen esas frases, sino estableciendo una derivación sencilla de lo que era, para un niño, saber que va a crecer y para uno de nosotros, saber que va a morir.
Y es que puede resultar normal desmotivarse conociendo de antemano aquello que va a ocurrir. Y más aún si sabes que no está en tus manos cambiar el final último de tu propia historia.
Con todo, tras darle unas vueltas al asunto, y alejado de esa visión negativa que a veces me hace ver no muy bien las cosas, lo cierto es que no cambiaría por nada mi naturaleza por la de Peter Pan…
¿Se imaginan, acaso?
Condenado a ser siempre el mismo… Sin cambios. Sin consciencia de aquello que ha de venir…
¿No sienten que es un invento cobarde el de Peter Pan?
¿No les parece que en realidad -incluso al interior del libro-, no existe como personaje y no representa "solución" alguna?
III.
Tengo una teoría.
Lancemos a Peter Pan
de una vez a los cocodrilos.
Que se sumerja justo en el momento
cuando los reptiles hambrientos
pasean por aquel lugar.
No corremos riesgo alguno,
confíen en mí.
Estoy seguro que nada
le harán, aquellos animales.
No lo reconocerán.
No irán tras él.
Será apenas como un pan de piedra
arrojado al fondo de aquel lugar.
Un alimento insustancial.
Una esperanza equivocada.
Esa es mi teoría.
Tengo dos hijas que -se diría- padecen el síndrome de Peter Pan. Es más, hasta lo reconocen.
ResponderEliminarintencionalmente buscan evitar las consecuencias ingratas de crecer y creo que en gran parte es la cultura que generamos lo que las desalienta. Tal vez se les vende con moño y papel regalo las ventajas de ser "mayor de edad" pero se les evita la parte de las responsabilidades.
Por otro lado está el tema del saber que en algún momento nos llegará la muerte. Eso es muy difícil de digerir y aceptar. Requiere de un crecimiento mental y espiritual importante y tendemos a negar el asunto hasta que se nos viene encima y nos deja devastados (o muertos! jejeje)
Creo que despegarse de ese Peter Pan que busca atarnos a nuestro estadio de inocencia primera es una requisitoria ambivalente: por un lado es imprescindible, por el otro tampoco sería deseable que ese Peter Pan muriera ahogado o se lo comieran los cocodrilos. No quisiera que nos desapareciera toda la inocencia.
Un abrazo
gracias por el comentario.
ResponderEliminarYo tampoco.