Un oso en pleno invierno salió a caminar.
Igual como los hombres que dan vueltas por la casa cuando no pueden dormir.
El bosque estaba nevado y los pequeños animales que lo vieron se miraron extrañados.
-No puede ser un oso –dijo una ardilla, sensata-. Si fuese un oso estaría hibernando, y no despertaría hasta primavera. Eso es lo que hacen los osos.
Los otros animales asintieron.
-De todas formas hay que irse con cuidado –dijo una lechuza, viéndolo venir-. Puede que no sea un oso, pero quizá no lo sepa… además, se mueve como si lo fuera, y hasta huele a miel, y a pelo húmedo…
Así, tras escuchar a la lechuza, los otros animales se escondieron para ver pasar al oso, quien parecía preocupado.
Y es que el oso, incapaz de dormir, no sabía cómo conciliar el sueño.
-En la cueva todos duermen –alegaba el oso-. Todos duermen y yo insomne…
Fue entonces que, tras mirarlo de cerca, la lechuza se decidió a salir del escondite y cruzar unas palabras con el animal.
-No eres un oso –le dijo, antes incluso de saludarlo-. Los osos hibernan y no les gusta andar sobre la nieve…
El oso la dejó hablar.
-Por un momento pensé incluso que no eras nada –le dijo la lechuza-, pero me doy cuenta que tus huellas quedan marcadas en la nieve, lo que es señal fidedigna de tu existencia.
-¿Qué significa “fidedigna”? –preguntó el oso, tras una pausa.
La lechuza se demoró un poco, pero luego explicó.
-Fidedigno quiere decir que algo es digno de confianza… es decir, que puedes confiar en la existencia de ese algo…
El oso escuchaba concentrado, mientras los otros animales salían a presenciar aquel encuentro.
Así, tras pensarlo un buen rato, el oso se atrevió a hacer una pregunta que desconcertó a la lechuza.
-¿Y tú? –le dijo a la lechuza- ¿Tienes acaso una existencia fidedigna?
Y claro, fue entonces cuando la lechuza comenzó, inevitablemente, a ponerse en duda.
Yo no dejo huellas en la nieve, pensó la lechuza. Es cierto que pienso, y que soy consciente de aquello, pero también es cierto que el ser fidedigno depende siempre de los otros… es decir, uno no es fidedigno para sí mismo, supongo…
-¿Sabes que pienso yo? –le dijo finalmente el oso-. Yo creo que es posible que no sea un oso, en este sitio. Pero de serlo, en otro sitio, yo debiese estar durmiendo, y quizá esto mismo sea un simple sueño donde tu existencia dependa exclusivamente de mí… o la de esos otros seres…
Los animalitos se miraron asustados.
De hecho, hasta el oso, que aparentemente había ganado aquella discusión, comenzó también a tener miedo, y a ponerse en duda.
Así, temerosos y absortos en sus propias preguntas, ninguno de ellos fue capaz de percibir la nieve que comenzaba nuevamente a caer, en pesados copos.
Finalmente, mientras estaban detenidos, la nieve fue cayendo sobre ellos, hasta taparlos por completo.
Dirían las mentes simples..."eso les pasa por pensar demasiado"
ResponderEliminar=)
Que tengas una feliz existencia...fidedigna!
Gracias.
ResponderEliminarIgual.
eso se intenta.