lunes, 19 de marzo de 2012

De lo que debiesen hablar los libros verdaderamente valiosos.


Cuando depositas tu confianza en los libros equivocados, puedes entender demasiado tarde que la vida no opera con las mismas reglas que en los libros de Cortázar.

Sus ritmos son otros.

Sus dolores asociados son otros.

Y hasta sus felicidades, inclusive, son otras.

Y es que no basta hablar de las caídas como si fueran ascensiones, ni jugar con las palabras a tejer y destejer aquello que nos rodea, ni mucho menos a nosotros mismos.

Las palabras te ensucian de esa forma.

Y lo que es importante para nosotros se desgasta también, de una forma irreparable, cuando decidimos seguir ciegamente aquel camino.

Así, olvidamos a veces que lo que toman las palabras en un libro, no duele tanto como aquello que puede ocurrirnos directamente.

Es bonito, claro… Y puede que aquello parezca tan cercano que nos sintamos realmente comprendidos en algún momento… pero hay que desconfiar a veces de los amigos que hablan de esa forma. O no conformarnos, al menos, con la belleza aparente de sus palabras.

Y es que el corazón no es una flor, y ni siquiera es bello.

Y es a veces como el niño que entierra las uñas en la piel de su hermanita, porque le roba la atención de sus padres.

El corazón es egoísta.

Y para sentirse amado a veces incluso arma hermosos discursos, y construye de esa forma, como decía en un inicio, los libros equivocados.

Libros que buscan ser amados. Y que aman, es cierto, pero solo para recibir de regreso el afecto entregado.

Faltan por lo tanto libros que nos amen aunque no lo merezcamos.

Palabras que broten de alguien que vea tu propia fealdad, y que sea capaz de amar incluso tu egoísmo, cara a cara.

Acariciar la mano del niño que entierra sus uñas en la piel de su hermanita…

Querer al que golpeó a sus padres.

Amar al violador de niños.

Y es que aunque no nos guste aceptarlo, el corazón de ellos no es distinto al nuestro, realmente.

De eso debieran hablar los libros verdaderamente valiosos.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. En uno de esos libros alguna vez leí :ama al prójimo como a ti mismo, o si alguien te golpea una mejilla ofrécele la otra...confieso que en ese aspecto, tengo aún -pese a intentarlo- una gran deuda pendiente.

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  3. ahh que reflexión interesante, yo busco refugio en la poesia, como vivo un exilio voluntario muchas veces es necesario una buena dosis de literatura para llenarme de una substancia mágica...

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