“Si los axiomas no se contradicen entre sí,
entonces, ese hecho mismo,
codificado en enunciado numérico,
será formalmente indecible
a partir de dichos axiomas”
G.
Hay quienes dicen
que la esencia del ser
es el comportamiento.
Yo los dejo hablar.
Y es que no saben
en el fondo
qué es el ser,
ni tampoco entienden
en qué consiste
el verdadero comportamiento.
Quizá es por esto
que se quedan como niños
jugando entre los números,
con axiomas que no logran penetrar
ni la más delgada
de las superficies.
Así,
el pequeño Hilbert
insiste en la autoconstrucción,
mientras pelea con Gödelio,
quien ha sido castigado nuevamente
por no comerse toda la comida.
¡Pobres muchachos!
Niños que no se comportan como niños
jugando con números
que no se comportan como números.
¡Y uno que los quiere tanto,
a pesar de todo…!
Ahí están:
Cantor escribiendo historias bajo la cama,
Riemann jugando a los acertijos,
Jacobi arrojando monedas por el desagüe…
Tan cercanos todos y sin embargo
tan incapaces
de establecer contacto…
Y es que lo mismo nos pasa a todos,
es cierto,
pero realmente es una pena
los fundamentos que determinan
la forma en que a ellos les ocurre
lo mismo que nos pasa a todos.
Niños que no se comportan como niños
jugando con números
que no se comportan como números.
¿Comprendieron ellos, al final?
¿Disfrutaron del bucle
o no supieron distinguir realmente
si estaban detenidos?
¡Cuánta búsqueda!
¡Delicada insensatez!
¡Delirios de pureza…!
Niños que no se comportan como niños
jugando con números
que no se comportan como números.
¡Todos con las manos vacías…!
¡Pobres y hermosos muchachos!
Complementando el epígrafe: "Cualquier demostración de consistencia habrá de apelar a principios más fuertes que los propios axiomas".
ResponderEliminarEs curioso que ayer recordara tu blog y tú me escribieras un comentario. Qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?
ResponderEliminarLo primero fue un cero, que se comportaba como un huevo. Eso creo.
ResponderEliminar