sábado, 8 de enero de 2011

Vian visita al doctor, o El mal de Gulliver.

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-¿Y bien, doctor?

-Mire Vian, para ser sincero, no sabría dar un diagnóstico preciso.

-¿Ayudaría si me hago exámenes… o radiografías?

-Mmm, quizá, pero es que el problema es otro…

-¿A qué se refiere, doctor?

-Mire, voy a ser franco…

-Gracias, doctor.

-Pues bien, escuche atentamente: yo ejerzo hace 25 años esta profesión, y en todo este tiempo, usted es el único paciente que ha venido sin tener síntomas…

-¿Eso es grave?

-No… y no me interrumpa, por favor, para que nos entendamos bien.

-De acuerdo. Disculpe.

-No se preocupe, pero escuche: Mi labor consiste, en general, en escuchar los síntomas que un paciente me indica… digamos dolor de cabeza, diarrea, hinchazón abdominal, náuseas, etc., para luego, a partir de esos síntomas, realizar una serie de observaciones o exámenes que permitan…

-Disculpe…

-…

-No quería interrumpir, pero, ¿a qué se refiere con síntomas?

-¿De verdad no sabe qué es un síntoma?

-Eh… bueno, me sé la definición, pero no sé si eso sirva de mucho.

-¿Qué definición se sabe?

-Mmm… algo así como que un síntoma es una señal, o indicio de algo que puede estar sucediendo o que va a suceder.

-Perfecto. Esa es la definición correcta.

-Sí, pero ¿cómo puedo saber yo que algo es señal o indicio de algo que aún no sucede…?

-No lo entiendo.

-¿Cómo puedo yo diferenciar mis acciones y sensaciones comunes, de aquellas que pueden ser consideradas síntomas?

-Mmm… pues digamos que tiene que ver con la idea de molestia, o incomodidad… es decir, todo aquello que ocurre fuera de nuestra normalidad...

-¿Y si uno no tiene normalidad?

-¿Cómo…?

-Eso… si uno no tiene normalidad… o sea, ¿qué pasa si uno no distingue bien entre lo que es normal y lo que ocurre fuera de este parámetro?

-Pero es que todos tenemos normalidad. Entiéndame, yo no me refiero a normas correctas o erradas, sino a lo que es común para uno… lo habitual…

-Pero es que entonces todo es habitual.

-No lo entiendo.

-Claro… si nada de lo que hago me sorprende… más allá de que sean cosas nuevas o distintas, si todo me resulta común…

-Es que si es así, volvemos a lo que le decía en un inicio: usted no tiene síntomas, por consiguiente, está sano.

-¿Y si en realidad estuviese sufriendo de una enfermedad sin síntomas… una que no deja huellas concretas a partir de las cuáles ser rastreada…?

-Entonces nunca podríamos descubrirla, Vian.

-Pero eso sería terrible.

-No sé si sería terrible, Vian… más bien sería común, solamente.

-Pero imagínese eso común, lo habitual… día tras día… ¿no sería algo así como un envenenamiento lento…?

-Pero no se muere uno de eso, Vian.

-¿Y de qué se muere uno, doctor?

-No sé… de todo menos de eso… Creo que usted se está complicando demasiado, Vian. Además, ¿tiene usted algo concreto de qué quejarse?

-Es que no puedo quejarme de nada, doctor.

-¿Por qué?

-Porque me duele cuando me quejo.

-¿Cómo?

-Eso, doctor. Me duele cuando me quejo. Me duele en un no-lugar. Me duele el vacío de no tener de qué quejarme o a quién quejarme…

-¿Y quedaría más tranquilo si yo le diese un remedio, o algo?

-No creo en los remedios, ni en las curas. Pero me hubiese gustado tener un diagnóstico. ¿No podría usted diagnosticarme algo y anotarlo en un papel?

-¿Quiere una licencia fraudulenta?

-No. Sólo un diagnóstico. Un papel que diga “Vian tiene esto”, o “Vian tiene esto otro”, o “Vian está condenado a muerte”…

-Pues sinceramente tendría que inventarle algo.

-¿Y podría hacerlo?

-Quizá podría intentarlo, pero sólo si usted se compromete a no hacerlo público.

-Mmm, pues quizá lo mencione en un blog, pero lo haré parecer como algo falso, como fruto de mi imaginación…

-Pues está bien entonces… mire, deje escribir… ya, acá está el papel…

-…

-¿Qué sucede?

-Que no entiendo la letra, doctor.

-Ah, pues déjeme leerle… acá dice: “Se establece que el paciente Vian padece del mal de Gulliver…”

-¿Y qué es eso, doctor?

-¿Se acuerda usted de Gulliver, su viaje con los enanos y con los gigantes…?

-Sí. Me acuerdo.

-Pues bien. Usted es como Gulliver, sólo que naufraga en islas donde todos son de su misma especie, pero a la vez, usted no logra identificarse con ninguno de ellos.

-Mmm… suena grave.

-Pero cómo suene no debiese alterar lo que usted siente…. Además podríamos decir que usted padece del mal de Gulliver de forma endógena…

-¿O sea que yo produzco mi enfermedad?

-Digamos mejor que no hay diferencia entre usted y su enfermedad.

-¿Yo soy mi enfermedad, entonces?

-Mmm… pues sí, suena feo así, pero dado el caso, debiese ser cierto.

-¿Sabe, doctor?

-¿Qué?

-¿No podría cambiarme el nombre de la enfermedad?

-¿Por qué?

-Es que me estaba acordando del final de Gulliver, del libro completo me refiero…

-No lo entiendo…

-Es que el libro tiene más viajes, sabe… No se trata sólo de eso que han transformado en cuento para niños y los enanos y los gigantes…

-¿No?

-No. Son cuatro viajes, en total. Y es además un libro bastante complejo, y profundo… ¿Me permite contarle el final?

-Sí lo hace brevemente sí. No hay más pacientes, pero me gustaría llegar pronto a casa.

-De acuerdo… pues mire, en el último viaje, Gulliver, tras cansarse de abrir y cerrar cuerpos de hombres pues trabajaba como cirujano, llega a un lugar donde los seres más elevados de todos, es decir, los más sensatos, y quienes gobiernan el lugar, son los caballos… ¿me sigue?

-Sí, continúe.

-Por el contrario, los hombres, en ese lugar, parecen haber alcanzado un menor grado de civilidad y parecen a primera vista seres deformes y hasta animales… de hecho, sólo con el paso de los días Gulliver logra darse cuenta que son hombres realmente, y que él mismo, es en el fondo uno de ellos…

-…

-El caso es que estos humanos, de “naturaleza básica” por decirlo de alguna forma, llegan a hacer avergonzarse a Gulliver de su propia naturaleza, reflejada en una serie de actos viles y mezquindades que estos seres, llamados yahoos en aquel libro, realizan.

-¿Ese es el final?

-Casi. El final es peor todavía.

-Siga entonces.

-El punto es que los caballos, con quienes habla Gulliver, si bien reconocen en él a una forma más avanzada de yahoo, lo siguen considerando, de todas formas, uno de ellos. Por lo mismo, deciden expulsarlo de aquel lugar.

-¿Y ese sí es el final?

-No. Espere… Sucede entonces que Gulliver parece querer morir en el mar, o al menos, mantenerse perdido, pero es rescatado contra su voluntad por unos marinos que lo llevan de vuelta a su familia, en Inglaterra.

-¿Y vuelve a su vida normal?

-Pues no sé como considerarla… en el libro se menciona que evade a su familia y que deja de hablarle a su esposa casi por completo, y hasta prefiere ir a encerrarse con los caballos, en el establo, negándose a salir de ahí.

-¿Y ese sí es el final?

-Sí. Ese es.

-Pues supongo que tiene razón… el mal de Gulliver es un nombre que tiene cierto peso…

-¿Lo va a cambiar entonces?

-No, Vian, discúlpeme… pero va a tener que ser usted quien lo cambie.

-¿Qué quiere decir?

-Mi diagnóstico es simplemente un nombre nuevo para usted… un significante, digamos… ¿me sigue?

-Sí.

-Pues bien. El significado de ese diagnóstico es usted mismo. Invariablemente. ¿Entiende?

-Entiendo.

-Entonces si no le gusta…

-Comprendí, doctor, no se preocupe. Le agradezco y me retiro entonces…

-Pero no me ha pagado todavía, Vian…

-¿No?

-No.

-¿No dejé el bono antes de…?

-No. No se haga el hueón, Vian.

-Mmm, ¿puedo ofrecerle algo?

-¿Qué cosa?

-Un link para descargar el libro de los viajes…

-¿Es eso o nada?

-Pues sí, para qué voy a mentirle.

-Pues entonces déjelo, y procure tener dinero o algo de un valor más concreto para la próxima vez.

-Lo haré. Buenas noches doctor.

-Buenas noches… pero Vian…

-¿Sí?

-No me dejó el link.

-Es cierto, aquí está: http://literatura.itematika.com/descargar/libro/449/los-viajes-de-gulliver.html

-Buenas noches, Vian.
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-Buenas noches, doctor.
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5 comentarios:

  1. A veces me siento extraña como un insecto, fui al médico y me diagnosticaron el mal de Samsa. Creo que tampoco tiene cura. Si vuelve a visitar a su médico, me podría hacer el favor de consultarle si conoce algún remedio? O será también endógena...? No sería muy bueno tener dos enfermedades de esa calaña, me sobra y basta con la depresión.

    Saludos Vian.
    PD: Tampoco tengo dinero, pero... si le sirve, puedo regalarle una sonrisa.

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  2. quería hablar sobre eso de no pertenecer,
    pero solo se me ocurren frases cliches.

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  3. Yo debiera diseñar una polera con un logo así, como el "no pertenece" de las matemáticas, como esa E tarjada... un superéroe quizá, con ese logo... mmm... me interesó la idea... capaz que se venga un cómic...

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  5. uff! los médicos son seres terribles, en el fondo son como matemáticos intentando ajustar la fisiología, sumando y restando síntomas, asignándoles un nombre como resultado final pero hasta el día de hoy existen operaciones matemáticas indefinidas. Me gusta esa idea, quizás deberíamos dividirnos por cero y quedarnos sin diagnóstico definitivamente, el problema sería que no habría un logo bonito para una polera (:

    un saludo, gracias por pasar

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