viernes, 29 de agosto de 2025

Úteros.


*
Leí una vez que los médicos griegos –médicos griegos de la antigüedad, por supuesto-, creían que el útero era un animal dentro de otro animal. Y que ese animal –el interno, ciertamente-, producía algo así como humos tóxicos, los que a su vez originaban diversas consecuencias en el otro animal –el externo-, quien era incapaz de manejarlo.


*
Estas creencias, asimismo, se asocian con la idea primaria de un “útero errante”, que constantemente se habría movido por el cuerpo de cada mujer sin razón ni sentido aparente, tal vez atraído por olores u obedeciendo a impulsos no del todo racionales, que nadie –según recuerdo-, llegó a explicar.


*
Hoy, por supuesto, descubro que comentar esto es más peligroso de lo que pensaba, y que pueden acusarte de varias cosas si por casualidad llegas a expresarlo en voz alta y sobre todo si le pides a una portadora –a una portadora de útero, me refiero-, que lo intente complementar.


*
Así y todo, no admiro la originalidad de esta antigua teoría, sino la belleza que en ella subyace. De hecho, cada vez que la recuerdo vuelvo a pensar que sería útil seguir con ella, y descifrar los movimientos que el animal interno llega a realizar. Saber qué lo impulsa, digamos y aclarar la relación que tiene con nosotros –o con ellas, en este caso-. De cualquier forma, es una idea que no me compete, y que, por supuesto, no desarrollaré más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales