sábado, 23 de agosto de 2025

Darse cuenta.



I.

-¿Te has dado cuenta…? –me preguntó—. No soñamos con lo efímero sino con lo permanente.

Iba a preguntarle si lo que decía era una metáfora, pero me di cuenta que no.

Tal vez por eso, me lo pensé un poco antes de contestar.

-Nunca lo había pensado –contesté-. Aunque creo que a mí me pasa de otra forma.

-¿Tú sí sueñas con lo efímero? –me dijo.

Volví a pensarlo.

Un buen rato, lo pensé.

Ahora, sin embargo, no contesté.



II.

-Lo que yo creo es que lo efímero apenas sobrevive la vigilia –me dijo-. Me refiero a que, aunque no lo pensemos sabemos qué es frágil, y en alguna parte de nuestra consciencia reconocemos aquello que no está destinado a permanecer…

Yo lo observé.

-El sueño entonces va construyendo poco a poco algo que sea sólido, duradero… -siguió-, y escoge mejor otros materiales. Incluso si son sensaciones son sensaciones permanentes… enraizadas, quiero decir… que sabemos vamos a volver a sentir…



III.

Me di cuenta que habíamos dejado de hablar.

Tal vez había sido mi turno de decir algo y yo me lo había saltado.

Así que ahora, simplemente, me observaba.

No era tan incómodo, pero debo reconocer que percibí cierta tensión.

-Permanente y efímero –dije entonces, en voz alta.

Me miró, con extrañamiento.

-Permanente y efímero –repetí-. Una sola cosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales