sábado, 2 de agosto de 2025

A menudo te equivocas y crees que la historia es tuya.


A menudo te equivocas y crees que la historia es tuya. O no tuya precisamente, pero que de cierta forma gira en torno a ti. Es un error común y hasta puede que la palabra error no sea la adecuada. Me refiero a que tienes derecho de creerlo, supongo, durante algún tiempo. A sentirte protagonista y hasta pensar que el libro termina con tu propio fin. Eso hasta que el verdadero fin llega, por supuesto, y entonces te das cuenta que no eres la historia. Que no es tuya. Algo que probablemente intuías, pero que preferías no saber. O no decir, al menos.

Y claro… es triste, hasta cierto punto. O puede serlo, sin duda, para algunos. Sobre todo para aquellos que se niegan a abandonar la idea de la historia propia. Para aquellos que no aceptan que pasaron apenas por el libro ese que en algún momento creyeron propio.

Y es que apenas (con suerte), descubrirán que fueron una nota. Siempre quietos, como un marcapáginas. Uno en medio de un libro ajeno y que probablemente nadie leyó. Y además, marcando algo cuyo significado no llegamos nunca a comprender del todo.

Así y todo, las enseñanzas fueron claras:

No eras tú, el libro.

No eras tú, la historia.

Y no eras tú, tampoco, el centro de la historia.

Es decir, estuvimos ahí, simplemente, en medio de algo.

No en el centro, pero si en medio.

Y nuestra vida, pequeña y breve, se desarrolló ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales