domingo, 3 de agosto de 2025

Hecho, deshecho y hecho.


Se van a llevar a bien. Ahora no, claro, porque existe eso del tiempo, las costumbres y todas esas cosas que vuelven no inmediato lo que –según mi visión, al menos-, sin duda debería serlo. Cuestiones protocolares, podríamos llamarlas, como respirar antes de exhalar, las dos antes de las tres, o como el encuentro sexual antes de la gestación de la nueva vida. Acciones que nos demoran esencialmente, pero que permiten al mismo tiempo fortalecer la ilusión de que somos algo distinto a un continuo. O a un todo. Cuestiones que vienen entonces a cuadricular de cierta forma el espacio en que existimos para que podamos identificarnos cada vez que queramos en una casilla específica en la cual decir que somos –o estamos-, de forma distinta que en otra. Momentos, podríamos llamarlos, aunque desde ya señalo que no creo en ellos, aunque los constato. Es decir, acepto su existencia como la existencia de coordenadas. De líneas imaginarias, si quieren. De tiempo. De causas y consecuencias. O ahí pueden elegir ustedes de qué forma nombrarlas y entenderlas. Así y todo, lo que busco no es complicar las cosas. De hecho, lo que persigo es exactamente lo contrario. Decirles que estén tranquilos. Que se van a llevar bien. Que no hay otra forma, incluso, porque ya está hecho. Hecho y deshecho, si prefieren. Deshecho y hecho.

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