domingo, 24 de agosto de 2025

Dos elefantes.



Elefantes.

Dos solamente.

Se ven pequeños, desde acá.

Están cerca uno del otro, pero no en contacto.

Cada uno enfocado en cuestiones distintas, me refiero.

Ignorándose, casi.

Así y todo, permanecen cerca uno del otro.

De hecho, aunque lo intente, no puedo observarlos por separado.

Y es que están, digamos, en un mismo campo visual.


Dos elefantes.

Los fotografío ahora, mientras hay luz.

Me gusta que salgan en las fotos, como si fuesen pequeños.

Todo es cuestión de perspectiva, me digo, y hasta del encuadre.

Eso pienso, al menos, mientras saco las fotos.

Atardece, ahora, pero todavía hay luz.

Cuando esta se va, extrañamente, los elefantes parecen acordarse que son dos.

Se observan… se ubican en la misma dirección.

Uno al lado del otro, incluso.

Y es extraño, porque ahora que saben que son dos, parecen uno.

Un cuerpo, digamos, formado por dos elefantes.

Oscureció.


No hay luna esta vez.

Sonidos, apenas y presencias que se intuyen.

Duermen, ahora los elefantes.

De pie, apoyados en un árbol y a ratos en sus trompas.

Así los he visto dormir, aunque ahora todo está a oscuras.

Me gustaría ser uno más, por cierto, y dormir.

O ser dos, tal vez y recordarlo solo de vez en cuando.

Cuando no haya luna, por ejemplo.

Como hoy.

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