lunes, 25 de agosto de 2025

En el río.



Viven en el río y apenas salen. A veces para cocinarse algo y almorzar. El resto del tiempo se quedan ahí, en el río. Con todo el cuerpo sumergido salvo la cabeza o un poco más. Por lo general cuento grupos de tres o cuatro integrantes. Deben ser familias, pienso yo. Observo y pienso, en realidad. Y de vez en cuando tomo apuntes. No se mueven mucho dentro del río, observo. Tampoco los veo hablar, aunque están despiertos. Dejan que el agua pase, simplemente, pienso. Que pase por ellos, quiero decir. Que sea ella la que se mueva, al fin y al cabo. Debe ser más fácil de esa forma, apunto.


Cuando salen del río tienen la piel arrugada. Ropas pegadas al cuerpo, en principio, pero a veces se las quitan y observas sus pieles arrugadas. No se ven niños entre ellos. Supongo que es por la altura, aunque en realidad no sé. Después de todo he visto mujeres embarazadas y una vez me pareció ver a una cargando a un bebé. Ya en tierra, juntan ramas y encienden fuego. Los observo sacar ollas de entre los arbustos y cocinar algo. Al hacerlo se mantienen en grupos y en silencio. Luego vuelven, simplemente a ingresar al río. Un día de estos, seguramente, me acercaré a ellos y les voy a hablar.

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