domingo, 10 de agosto de 2025

El último bus.



-Compruebo si pasa el último bus –me dijo-. Ese es mi trabajo. Verifico el cumplimiento de la consigna.

-¿El cumplimiento de qué? –pregunté.

-De la consigna –contestó.

Yo asentí.

Luego pensé:

Verifica el cumplimiento de la consigna. No suena mal.

Lo único malo es que es un trabajo inútil, pero no suena mal, me dije.

-¿Estás pensando que lo mío es un trabajo inútil? –me preguntó de golpe.

Pensé en admitirlo, pero finalmente le dije que no. Que pensaba en otra cosa, le dije. En otras consignas.

-Sé que está el asunto ese del GPS y otras formas de monitorearlo –agregó entonces-, pero yo debo verificar no solo si el bus recorre las calles sino si va trabajando… recogiendo pasajeros, me refiero.

-Entiendo –dije yo-. No es un mal trabajo.

-Es cierto –admitió-. Probablemente no es un mal trabajo, aunque solo para los que esperan otra cosa.

-¿Otra cosa?

-Sí, otra cosa –dijo ahora-. En mi caso, otro trabajo.

-¿Espera otro trabajo? –pregunté ahora.

-Sí, desde hace mucho –dijo ahora-. Soy actor, sabe… Y uno de los buenos.

-Ya –dije yo.

Él guardó silencio otro minuto. Luego agregó:

-Lo que pasa es que todavía no me llega el papel adecuado. Años esperando y no me llega…

Yo asentí, mientras lo observaba. Se veía triste. O eso me pareció, al menos.

Iba a decir algo, recuerdo, pero justo entonces vi que se acercaba un bus.

-¿Ese es el último bus? –le pregunté.

Él asintió. Miró su reloj y luego anotó unos números en una libreta que llevaba en un pequeño bolso.

Poco después volvió a guardarlo.

-¿Se cumplió la consigna? –pregunté entonces.

-Siempre se cumple –dijo él, cortante-. Yo solo verifico el hecho.

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