viernes, 8 de agosto de 2025

Cerrar los ojos.


I.

Como ocultarse es más difícil, los niños a veces optan por cerrar los ojos.

Ya sabes, cerrar fuerte los ojos y pensar que, de esa forma, los otros no pueden descubrirte.

Suena absurdo y es fácil suponer que no resulta, pero lo cierto es que ellos siguen haciéndolo, y sobreviven.

No como niños, porque crecen, y de pronto descubren que son otros.

Y claro, ocurre entonces que dejan de cerrar los ojos.

Y se ocultan de otra forma.



II.

Lo importante en todo caso, no es la forma exacta en que alguien se esconde.

Y tampoco, por cierto, aquello de lo cual se pretende esconder.

Lo importante es que, extrañamente, hasta la más inocente de esas formas, termina siendo eficiente.

O eso a mí, al menos, es lo que llama mi atención.

Que baste con la voluntad, me refiero.

Y que nada nos ataca, realmente.

O no nos hiere.



III.

Tal vez lo que ocurre, pienso a veces, es que ya estábamos ocultos.

Que siempre lo estamos, me refiero, aunque no lo comprendamos del todo.

Que cerramos los ojos, pero es como correr las cortinas de una ventana ya blindada.

Y que miramos, en definitiva, en una dirección equívoca.

Así, finalmente, crecen los niños.

Y así nos hacemos grandes.

Hasta que.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales