viernes, 5 de junio de 2020

Una pistola de rayos.


El personaje tenía una pistola de rayos. Venía de una galaxia lejana, según se contaba en el primer número, y manejaba con una nave pequeña, además de tener otras ventajas físicas a partir de la menor gravedad de nuestro planeta.

Yo alcancé a comprar diez de los doce números que vendieron en Chile y lo que más me llamó la atención fue su pistola de rayos. La llevaba siempre en una cartuchera metálica que sujetaba a su cinturón. Aparentemente desintegraba aquello a lo que disparaba, haciéndolo desaparecer de inmediato. Sin embargo, en uno de los números, se mencionaba que en realidad no se trataba de una desintegración, sino más bien de una teletransportación, que llevaba aquello a lo que se disparaba a otro lugar, muy distante, por lo que no valía la pena volver a preocuparse más, ni dar detalles al respecto.

Dentro de los diez capítulos que yo tenía había visto como el personaje había disparado a varias cosas. Nunca a un ser humano, sin embargo, aunque sí a un animal peligroso -un tiburón, según recuerdo- en la revista tres. Postes de luz, un árbol que obstruía el paso, un montón de chatarra espacial… a cosas de ese estilo le disparaba, generalmente porque obstaculizaban o dificultaban la movilidad, mientras perseguía a algún maleante o a una banda organizada. Por ejemplo, recuerdo unas viñetas en que el personaje disparaba a un semáforo, ya que estaba en rojo y él no podía esperar la luz verde mientras el maleante al que perseguía se alejaba.

Mientras leía las revistas, por mi parte, me imaginaba el lugar a donde iban a parar todas esas cosas a las que el personaje había disparado. Pensaba en una especie de planeta desierto, donde se iban amontonando, sin más. Quise hacer una historia con eso, pero lo cierto es que no resultaba muy entretenida. Y es que, a final de cuentas, era solo una historia de cosas. En el mejor de los casos un tiburón aleteando sobre el suelo, mientras moría, frente a un semáforo en rojo y un montón de cosas más.

Aún así, recuerdo que recorté de las propias revistas, los dibujos necesarios para hacer mi historia. Y fui creando con ellos ciertas secuencias, en viñetas que parecían más bien una línea temporal. Y es extraño, porque hoy ni siquiera recuerdo el nombre del personaje, ni contra quién se enfrentaba, pero la imagen de la pistola de rayos y de todas esas cosas desaparecidas y aparecidas en otro lugar sigue clara ante mí, aunque sin todavía revelar, de cierta forma, todo su significado.

Hacer el collage propio, por supuesto, con aquellas cosas a las que uno mismo le ha disparado sería tal vez un mayor desafío. Aunque si soy sincero, me encuentro demasiado rodeado de cosas a las que nunca he querido disparar. Y mi pistola de rayos, en este sentido, probablemente sigue intacta.

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