viernes, 12 de junio de 2020

Lugares casi despoblados.


Mis amigos me envían cada cierto tiempo noticias raras. Artículos sobre lugares casi despoblados en los que se regalan viviendas, para no desaparecer. Aldeas perdidas en las montañas, un pueblo minero abandonado, o una caleta que se niega a morir, deshabitada. Supongo que se acuerdan más de mí de lo que me acuerdo yo mismo. Saben quién soy, me refiero. Qué amo. Qué necesito. Son buenos amigos, en resumen, aunque hablemos apenas o ni siquiera hablemos. Aunque seamos de cierta forma, nosotros mismos, pueblos que nos negamos a desaparecer. Aunque hayamos envejecido y tomado cada uno caminos distintos. O ninguno. Leo entonces aquello que envían y sonrío. Yo estoy más despoblado que ese sitio, les diría, tomándonos algo. Sin tristeza, porque la alegría es parte de uno, todavía. Y porque he escogido, a fin de cuentas, lo que me ha pasado. Todo está bien, les diría. Puede que no sea mi sitio, pero este soy yo. Yo elegí quedarme acá, y he elegido todo por las razones correctas. Soy consciente de mis pasos, aunque me lleven, aparentemente, a un mismo sitio. Día a día, por ejemplo, recorro libros que nadie más visita. Pongo mi oído en el corazón de cada uno y he aprendido a conocerlos. Para alguien que observa desde fuera podrá parecer que estoy más solo. Después de todo, cada libro es un lugar deshabitado que pocos más conocen. Incomunicable, incluso, de la forma en que uno lo vive. Así y todo, me alegra que sea así. Que exista algo parecido a un secreto entre ellos y yo. Una sensación plena que me lleva a sentir que ya vivo en esos lugares. Puede sonar extraño, pero sé que estoy en ellos. En cada libro por un lado y también en cada lugar deshabitado. Mi calor va hacia allá. Un trozo de mí se desprende y viaja hasta esos sitios. Estas mismas palabras, incluso, intento que habiten esos lugares. O la comprensión, más bien, que pueda existir tras ellas. Vuelvan a ver las fotos que enviaron, les diría. Vuelvan a ver las fotos de esos lugares perdidos que me envían y sepan que ya estoy ahí. Tal vez hasta aparezca saludando por alguna ventana o caminando tranquilo, en algún sitio. Todo está bien, les estoy diciendo, probablemente. Duele un poquito, pero creo que he hecho lo correcto.

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