jueves, 11 de junio de 2020

Sueños simples.


*
¿Maldiciones?

Sí… puede ser.

Supongo que tengo varias.

No tener sueños simples,
por ejemplo,
es una de ellas.

No saber tenerlos,
me refiero.

Metas sencillas.

Sueños al alcance de la mano…


*
Cuando llueve,
por lo general,
suelo pensar en eso.

Y justo ahora,
apenas llueve.

Una lluvia amable, diría.

Y es que de cierta forma
es el único momento
en que todo se simplifica un poco.

No sé bien por qué me pasa,
pero lo agradezco.


*
Cierro los ojos,
entonces,
bajo la lluvia.

Pienso en lo que dejo ir.

En los grandes sueños
que he querido perseguir.

Han sido tantos
que no he sabido,
finalmente,
qué hacer con ellos.

Si seguirlos o no,
me refiero.

Por sujetarlos
mis manos
hubiesen crecido tanto
que ya no hubiesen servido
para tomar
otras cosas delicadas.

Amo,
por cierto,
las cosas delicadas.

Tanto que me duele incluso
llamarlas “cosas”.


*
Envidio a los que disfrutan
dando paseos cortos.

No por el disfrute,
aclaro,
sino por la comprensión
que hay en el fondo
de todo aquello.

Por lo mismo,
aún dudo
si dedicar lo que resta
a ir de una vez
por esos sueños grandes,
o seguir buscando aquellos
que no me ha sido dado
comprender.

Maldiciones y bendiciones
que agradezco,
a fin de cuentas.

Sinceramente, lo digo.

No debiese existir nunca
otro final.

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