lunes, 1 de junio de 2020

El Grial bajo la cama.


Tuvo el Santo Grial bajo la cama. Según él, por cinco años. Se lo dio a guardar una especie de monje quien le advirtió que no podía contarle a nadie. Un vagabundo en realidad, según la foto que me mostró. Al parecer, le había dado de comer al monje durante algún tiempo, antes que este le hiciera el encargo. Se lo entregó envuelto en periódicos y le dijo que todo estaría bien si no le contaba a nadie. Que probablemente en cinco años él supiese a quien entregarlo y así sucesivamente. Entonces el monje-vagabundo dejó de ir y él se quedó con el grial, envuelto en periódicos, sin saber muy bien qué pensar. Me cuenta que no sabe bien cómo, pero el asunto es que, un poco por desorden y otro poco por ser un buen escondite, el Santo Grial terminó por quedarse bajo la cama. Junto a algunos pares de zapatillas viejas y otros cuantos calcetines que habían perdido su par. Entonces, le pregunto cómo era ese grial y él intenta dibujarlo. No le sacó fotos, según él, y ya lo entregó hace varios años a un hombre del que no quiere hablar. Como única prueba, tras insistir, me mostró las hojas de periódico en que venía envuelto, que están muy amarillas y manchadas por el tiempo. Aquí durmió el grial, me dice, mientras me las entrega. No intenta convencerme, mientras hablamos. Su tono es neutro. Todo está manchado por el tiempo.

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