martes, 9 de junio de 2020

Ninguna conclusión.


Tomé un curso, una vez, de restauración de cuadros. Lo cierto es que no me interesaba el tema, pero me gustaba una chica que lo iba a tomar. Nos enseñaron una serie de técnicas que olvidé casi de inmediato y que nunca puse en práctica. Recuerdo, sin embargo, una clase en que se buscó recuperar una pintura que había sido cubierta completamente por otra. Es decir, alguien había pintado sobre un lienzo que ya contenía una pintura. Entonces, una de las encargadas del curso comenzó a mostrarnos cómo se hacía para remover aquello sin dañar lo que había sido pintado en primer término. Nos explicaron cuestiones químicas y otras de tipo práctico para remover aquello con especial cuidado. Lo enseñaron aplicándolo a un cuadro, pero por razones de tiempo nos mostraron una pintura ya recuperada. No sé bien por qué, pero en ese momento me pareció injusto todo aquello y recuerdo haber preguntado qué es lo que había pintado sobre ese cuadro. Es decir, qué era aquello que habían borrado. Sin poner mucha atención, me respondieron que era algo sin valor. Algo que bien podría haberse hecho como no hecho, recuerdo que dijeron. Por un momento pensé en discutir e indignarme, pero todo estaba tan tranquilo que me contuve. Luego la clase terminó. Entonces vi que la chica que me gustaba se iba con uno de los que impartía el curso. Mientras volvía a casa, pensaba qué tanta diferencia marcaría el borrar incluso una primera pintura para poder recuperar el lienzo en blanco. No llegué a ninguna conclusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales