lunes, 8 de junio de 2020

Una luz al cerrar los ojos.


I.

Fui al doctor porque veía una luz al cerrar los ojos.

¡Una pérdida tiempo…!

Luego de comprobar que la vista estaba bien
y de decirle que la luz no era tan intensa
me envío a casa a descansar,
asumiendo que era algo pasajero
y dando a entender que se debía al estrés.

Si quiere puedo recomendarle
unos tranquilizantes naturales, me dijo.

Le contesté que no,
molesto,
pero de todas formas escribió la receta.

Me fui mientras él me extendía el papel
y sonreía como si todo estuviese bien.

Quise decirle algo agresivo
o llamativo al menos, al dejar la consulta,
pero no se me ocurrió nada.

Al final pagué la consulta,
simplemente,
y me fui en silencio del lugar.


II.

La luz que veía
me molestaba cuando intentaba dormir.

No era tan intensa,
pero si no estaba totalmente agotado
al momento de cerrar los ojos,
no conseguía quedarme dormido.

Por lo mismo, buscando en internet
logré ponerme en contacto con una persona
que hablaba del asunto
y ofrecía ciertas técnicas
para solucionar aquello.

Lo primero que hizo fue preguntarme
si veía una o dos luces.

No entendí al principio,
pero luego me explicó
que era necesario saber
si veía la misma luz en cada ojo
o si veía una luz distinta con cada uno.

Me costó más de lo que creía
responder a aquella pregunta,
así que me dediqué a mirar detenidamente cada luz,
durante un par de días,
cerrándonos alternadamente y observando en detalle.

Mientras lo hacía,
pude fijarme que la luz en realidad
era una palabra luminosa
que se encendía como un neón
cada vez que cerraba los ojos.


III.

¿Qué decía lo que vio?
me preguntó la persona de improviso
antes que yo le contase, incluso,
que había descubierto una palabra.

Sorprendido, le pregunté a su vez
si era algo común aquello que me ocurría.

En vez de contestar, insistió con su pregunta
y me pidió detalles de mi experiencia.

Entonces, le expliqué que había visto una palabra.

Una misma palabra, pero dentro de dos luces distintas,
le dije.

Una luz en cada ojo.

Puedo decirle la palabra,
pero estoy seguro que allá dentro, encendida,
significa en realidad otra cosa.

Entonces la otra persona me dijo
que le dijera lo que significaba
o lo que creía que significaba, más bien,
señalando que la palabra específica
le importaba muy poco.

Tan solo pensar en decírselo, sin embargo,
me hizo sentir como si quisiera arrancar de mí
algo que me era propio.

Profundamente propio.

Tras dejar pasar unos segundos,
la persona me dijo
que si entendía que no debía decírselo
yo ya estaba curado.

Luego de eso, no volvimos a hablar
y he aprendido desde entonces
a vivir con esa luz,
y a dejar que ese sol pequeño,
algo incómodo,
signifique algo que duele incluso comprender,
pero que está ahí, sin duda,
para ser comprendido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales