martes, 12 de mayo de 2020

No cargar con eso.

“Al principio no nos pasará nada
y al cabo de un rato
nos pasará otra vez”
L. C.

Tiro los dados porque sí.

Y porque no lanzarlos es evitar que sean dados.

Es decir, quitarles su esencia.

Matarlos incluso, de cierta forma.

No quiero cargar con eso.

Por eso,
los hago rodar una y otra vez
y observo aquello que muestran
sin otorgarle significado alguno.

¡Pobres dados…!,
pienso
mientras los recojo.

Y es que también en el suelo
me parecen
cadáveres dejados a los perros.

Y es cierto:
no quiero cargar con eso.

Vuelvo a lanzarlos, entonces.

Y luego de lanzarlos,
los observo.

A veces parecen bailar
y saltar alegres,
mientras ruedan…

Otras veces,
parecen retorcerse
como niños arrojados al fuego.

En ambos casos, sin embargo,
se comportan como si estuvieran vivos…
como si hubieran nacido,
me refiero,
recién en ese instante.

No lanzarlos, por lo tanto,
pasa a ser equivalente
a negarles la vida…
a ahogar su nacimiento…

No quiero cargar con eso.

Por eso los lanzo.

Porque sí, digamos,
aunque también por eso.

Si tuviesen voluntad propia
tal vez,
podría despreocuparme.

Y podría en ese caso
ocuparme un poco más
de mi propio movimiento.

Así y todo,
no aspiro
a humanizar las cosas.

Ya hubo quien
pidió humanizar las piedras
y apenas ellas tuvieron voluntad
fue lapidado sin reparos.

No quiero cargar,
tampoco,
con aquello.

Vuelvo entonces a lanzar los dados.

Me gusta ese instante.

Mientras ruedan,
sin embargo,
ya pienso que tendré
que recogerlos.

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