domingo, 19 de abril de 2020

No limpiamos las ventanas.


No limpiamos las ventanas porque nos parece deshonesto. Ustedes pueden llamarlo flojera o criticar nuestra falta de higiene o como quieran hacerlo… Lo cierto es que a nosotros nos tiene sin cuidado. Lo hablamos, de hecho, al principio, cuando repartimos labores. Cocinar, lavar platos, regar plantas, limpiar el baño… todo lo repartimos, sin mayores problemas. Pero nos alegramos incluso de pensar lo mismo cuando llegamos al tema de las ventanas y decidir que aquello era de cierta forma innecesario y en última instancia deshonesto. Fue como descubrir que cumples año el mismo día con alguien que recién conoces, y crear un lazo a partir de esa coincidencia. En nuestro caso, claro, el lazo ya existía, pero lo de las ventanas llegó sin duda a fortalecer ese nexo. Fui yo, según recuerdo quien vio las primeras manchas y comentamos entonces que se veía menos claro. Y con esto, quedaba en evidencia un poco más que aquello que estaba tras el vidrio estaba afuera, y nosotros estábamos adentro. Un recordatorio para no engañarnos, comentamos. Para recordar que no estamos en el mismo espacio con aquello que habitualmente vemos. Fue entonces que acordamos no limpiarlas. Y acordamos también que si queríamos realmente el contacto habría que salir, dejando de lado las normas. Incluso dijimos que ante la desesperación (si llegaba) podíamos quebrarlas y dejar abierto ese espacio. Solo en caso de emergencias, por supuesto. Mientras, nos adaptamos bien. Yo soy el que cocino, el que riego y el que limpio el piso. Todo es un poco extraño, pero lo principal es no engañarnos. No se olviden de nosotros, si dejamos de verlos.

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