viernes, 10 de abril de 2020

El cuerpo de un ahogado.


Observando el lago,
una vez encontró el cuerpo de un ahogado.

Se acercó a verificar y lo movió un poco
con un palo.

Esa es la historia que me cuenta
como si con ella revelara algo de sí misma.

Ahora observa el lago
y asegura no buscar nada.

Aunque encontrase otro muerto, comenta,
el verdadero muerto habría sido el otro.

Como no indago sobre su historia
es ella misma quién me obliga a preguntar.

¿No quieres saber quién era el ahogado?
¿O saber qué hice luego de encontrarlo?

Yo le respondo que no, que no es necesario.
un muerto es un muerto, nada más.

Ella parece molesta por mi actitud,
pero sigue siendo amable.

Caminamos por el borde del lago,
avanzando lento, sobre las piedras.

Siento que, al caminar así, dijo ella,
otros nos fueran pasando por el lado.

Yo seguí en silencio, caminando junto a ella,
sin saber dónde íbamos.

Ella, en tanto, parecía querer forzarme a hablar,
para entrar en discusión y luego reconciliarnos.

Si fueras un mendigo, dijo entonces, mendigarías de perfil,
sin pedir nada abiertamente y sin dar las gracias.

Su tono seguía siendo amable,
pero sus palabras buscaban enterrarse en algún sitio.

¿Crees que ahora estoy mendigando…?, le pregunté.
¿Qué crees que es lo que pido?

Ella se detuvo entonces, tal vez para contestar,
pero yo seguí avanzando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales