miércoles, 8 de enero de 2020

Una bolsa para guardar otras bolsas.


Tenía una bolsa para guardar otras bolsas. Era una bolsa especial, por supuesto, que aquí no voy a describir. Desde que la adquirí su función siempre fue esa: guardar otras bolsas. Era una tarea simple, con un par de reglas básicas, nada más. Regla uno: Almacenar en ella únicamente otras bolsas más sencillas y pequeñas. Regla dos: mantenerla en un sitio establecido y no usarla como bolsa tradicional.

Todo anduvo bien hasta que comenzaron a escasear las bolsas. Leyes nuevas -que tampoco voy a describir-, llevaron a prohibir la entrega de bolsas plásticas en cierto tipo de negocios -prontamente en todos-, y fue entonces que mi bolsa (para guardar otras bolsas) comenzó a flaquear, y llegué a poner en duda su función pues comenzaba a no tener con qué alimentarla, a no ser que comenzara a guardar en ella otro tipo de bolsas -menos sencillas, digamos-, cuestión que vendría a derribar la regla número uno que mencionaba más arriba y que ponía en jaque la existencia de mi bolsa especial.

La situación empeoró hasta que en las últimas semanas mi bolsa (para guardar otras bolsas) se quedó sin ninguna bolsa dentro. Poco antes había intentado engañarla guardando en ella unas de papel y otras para la basura que había comprado expresamente para esto, pero lo cierto es que no aguanté mucho con el engaño. Decidí entonces ser honesto y guardé la bolsa en una caja. Era una caja que no quería botar y en la que ahora almaceno esta bolsa para guardar otras bolsas que ya no volveré a usar. Sé que no tiene mucho sentido la presencia de esa caja -un pequeño ataúd digamos, que he dejado sin enterrar-, pero creo que al menos posee una existencia que se justifica a sí misma. No espero guardar en dicha caja nada más por lo que su función ya está dada y todo debiese terminar en ese punto. He pensado estos últimos días, sin embargo, en conseguir una última bolsa para dejarla dentro de la bolsa guardada en la caja, pero es una decisión que no me convence del todo. Mientras me convenzo –o me desconvenzo-, de forma definitiva, dejo mejor las cosas como están. Y es que en unas semanas (o meses, a lo sumo), esto sin duda habrá dejado de tener importancia. Así no más son las cosas.

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