Puedo organizar lo que sé, pero no da para una
historia. Lo que sé de ella, me refiero. Igual no importa. O no sé. Yo solo ordeno
los datos y a veces les invento un orden. Por ejemplo, una cosa que sé, es que
al entrar a una casa siempre saluda y pregunta si hay alguien. Me avisó, de
hecho, la primera vez, para que no me asustara. Era su casa, por cierto, y yo
pensé que bromeaba. Que al menos se iba a acercar un perro moviendo la cola o íbamos
a escuchar una respuesta lejana. No fue así, por supuesto. La casa estaba vacía.
Ella misma me mostró el lugar. No hay nadie, me dijo. Ni siquiera
fantasmas. Le creí. Nos reímos, pero ella parecía avergonzada. Entonces le
dije que no importaba, que también hay gente que saluda al sol o se persigna en
una iglesia. Fue a partir de esa conversación que supe otras dos cosas de ella:
Le gustaba saludar al sol. Y también se persignaba, al pasar frente a una
iglesia. Dormimos juntos esa noche, pero no llegamos a tener sexo. Me dijo que
nos juntáramos otra vez, que tal vez la segunda o tercera cita podríamos terminarla
de esa forma. Tengo ganas, pero me criaron así, se excusó, mientras nos
abrazábamos. Yo no insistí y la situación quedó así, más o menos, esa noche.
Dos citas después ella cumplió con las normas de crianza y supe entonces otra
cosa de ella. Luego de tener un orgasmo, le daba hipo. No me lo había querido
decir antes por si acaso, para no hacerme sentir mal si no llegaba a tenerlo. Se
puede fingir un orgasmo, pero no el hipo, me dijo, cuando intentó
explicarse. Eso me dio risa, aunque la situación había sido incómoda, de todas
formas, pues producía cierta desconexión, a fin de cuentas. Podría decirse que
mantuvimos una relación breve, luego de aquello. Nos vimos durante dos o tres
meses, pero de forma distanciada. Yo no logré saber mucho más de ella. No tenía
gustos especiales en la música, en el cine ni en las comidas. Tampoco en libros.
La última vez que nos juntamos nos despedimos como amigos, sin mayores
problemas. Ignoro incluso si usaba pañuelos, podría comentar a modo de cierre,
pues no se sonó en mi presencia.
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