sábado, 11 de enero de 2020

Sueño que soy el Principito, más o menos.


Es verdad. Sueño que soy el Principito. O mas bien, que debo actuar como el Principito. En una obra, me refiero. Una obra menor, a escala escolar, que se realiza en pequeños teatros, posiblemente de colegios. En la primera función un actor falla y entra otro que debe reemplazarlo y leer parte del texto. Mis líneas son breves pues se trata de un resumen de la historia. Es algo simple. Actúan niños, algunos jóvenes y yo. No reconozco a ninguno, ahora que estoy despierto. La gente recibe bien esa primera función. No son exigentes. Luego, mientras nos sacamos el vestuario, le comento algo al actor que reemplaza para que mejore en la segunda función que es en poco rato, en un lugar cercano. El actor de reemplazo hace al rey. Le digo que justamente es un personaje que puede hacer lo que sea, que juegue con eso. Que diga que es un rey, que puede leer incluso el texto si se le antoja. Luego debo ir a hacer algo que no recuerdo.

Debo hacer algo en la ciudad y luego llego al nuevo teatro. Un teatro menor, por supuesto, como señalaba antes. La obra todavía no empieza, pero no encuentro mis cosas. Mi vestuario y mi peluca, principalmente. Todo está desordenado y nadie parece muy profesional. Al parecer se conforman con la primera función, a pesar que este pequeño teatro está también lleno. Posiblemente falta otro actor, pero no alcanzo a confirmarlo. Busco las cosas y me encuentro con otros dos actores. Los han reemplazado, me dicen que no me preocupe. Al parecer no querían actuar, simplemente. Todo está a oscuras. Yo no encuentro mis cosas y a función está a punto de empezar. Me dicen que no me preocupe, que igual da lo mismo, que deben estar en el otro teatro. Entonces veo que la obra empieza, yo salgo en unos minutos. Calculo que, si corro al otro teatro, que está muy cerca, puedo tomar mis ropas y correr de vuelta mientras me las coloco y entrar directo a escena. Eso hago. Corro al otro lugar y busco, pero todo está vacío. Debo pasar por lugares extraños donde me caigo y se me rompe un poco lo que llevo puesto, mientras busco las cosas. Encuentro un pantalón azul y una polera extraña, pero no mi disfraz. Tampoco encuentro la peluca, aunque al correr de regreso me reflejo y veo que extrañamente soy rubio, en el sueño. Mal vestido, y rubio, pero algo es algo.

De regreso pienso entrar a escena, pero veo, desde atrás del escenario que hay adultos dando explicaciones. Todos me miran molestos. Una mujer encargada me mira culpándome y yo exploto. Es justamente ella quien debía traer el traje y la peluca. Era lo punto que debía hacer, le digo., tras sentirme acusado. Mientras siguen dado explicaciones, pienso que es fácil solucionarlo, pero al parecer nadie quiere ayudar. Pienso salir a hablar directamente con el público, actuando, y convencerlos desde el escenario. Saldrá bien, me digo, mientras calmo mi molestia que es mucha. Puedo hacer que salga bien, pienso aunque todavía hay rabia. Ni siquiera estoy maquillado, tal vez hasta tenga la barba un poco crecida, pienso, antes de salir.

Ya en el escenario hablo directamente con los espectadores e intento disculparme. Soy el Principito, les digo. Les pido disculpas por la demora, pues la bandada de patos me dejó en otro sitio. ¿Han intentado pedirle ayuda a alguien?, les pregunto. ¿Qué creen que pasa si les dicen que son el Principito, que vienen de otro planeta y deben llegar en pocos minutos a cierto lugar?, ¿creen que alguien los ayudaría? Pues eso me pasó, le cuento. ¿Ustedes me habrían ayudado? Me refiero a ustedes, los adultos, no a los niños, pues un par de ellos tal vez hubiesen creído… pero ahora les pregunto a ustedes, niños… ¿creen que sus padres me habrían ayudado? En el público hay niños pequeños, y algunos miran a sus padres. Insisto con la pregunta hasta que varios se atreven a decir que no, en voz alta. Los padres miran extrañados, aunque saben que es cierto. Sus hijos saben cómo son y eso los avergüenza. De a poco la obra comienza a transformarse de a poco en un stand-up. Uno mayormente serio, aunque recuerdo alguna situación chistosa entre medio. Uno en el que les hablo a los padres, indirectamente, jugando a dirigirme a los niños. De vez en cuando miro atrás del escenario y pido a algunos actores que me ayuden. Están a medio caracterizar. Yo les cuento al público quienes eran y los hago interactuar un poco, aunque sigo dirigiendo todo, como en un monólogo. Sale bien, aunque soy consciente de la situación todo el tiempo. Me sorprende, de hecho, lo bien que va saliendo. Me atrevo por eso a improvisar y hasta inventarme cosas. He despertado hace poco y recuerdo la obra competa, aunque no muy bien el final. Podría escribirla, pero no sé bien para qué. En el párrafo siguiente les cuento una de las cosas inventadas, para terminar con un ejemplo.

Pasé por el planeta de un pirata, les digo. Hay varios planetas que no salen en el libro, aunque funcionarían bien en una ópera rock. “El Principito, pirata espacial”, se llamaría esa ópera y los planetas funcionarían como islas, más o menos. Pero el punto aquí es contarles del pirata. Lo reconocí por el vestuario, claro. Estaba solo en el planeta y me hablaba. Me contaba que era un pirata, aunque no miraba en mi dirección, mientras lo hacía. Podía notar que tenía la correa de un parche en el ojo, un garfio y una pierna de palo. Entonces, mientras contaba otras cosas, el pirata explica que se rascó el ojo bueno con el garfio y que ahora está ciego. Se da vuelta y puedo ver que es cierto. Tiene un parche en un ojo y en el otro se ve la piel sellada, atravesada por una cicatriz. Me pide que le ayude a buscar al loro, pues no lo encuentra. Saber que está con él, en el planeta, sin embargo, es lo que le permite seguir, me explica. Yo comprendo entonces que el pirata está solo. Que no hay loro. Ni siquiera el cadáver. Tal vez se fue del lugar o murió y de alguna forma desapareció su cadáver. No sé bien si mentirle al pirata y decirle que está el loro. ¿ustedes que harían? Le pregunto esto al público, a quien le cuento esta historia. ¿Qué es ser bueno en ese momento…? Luego de un rato, además, me doy cuenta que tal vez ocurre otra cosa. Tal vez ni siquiera es pirata y solo actúa como tal. Debajo del parche tiene un ojo bueno, pero él no lo sabe. El garfio realmente lo sujeta con una mano buena y tiene una pierna buena entablillada. ¿Será mejor decirle eso? Hacer que todo es disfraz, que no es quien cree ser y decirle además que está solo en ese trozo del universo. ¿Qué es ser bueno, en ese instante…? Ese es el ejemplo, que voy a contar acá, nada más, ya está esto exageradamente largo.

Me desperté hace una hora más o menos. Fui a tomar agua y luego escribí esto. Disculpen si todo está en desorden o resulta incoherente. A veces ya ni sé si vale la pena ordenarlo un poco más antes de entregarlo. Juro que es verdad, lo que dice acá, respecto al sueño… ¿Qué será ser bueno, en este inste instante?

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