martes, 21 de enero de 2020

Peppermint Peppermint.


Entre las cosas extrañas que leo en internet esta semana me encuentro con la noticia de una mujer que se casó con un canguro. El hecho ocurre en Australia, por supuesto, aunque la mujer es de origen filipino. Para poder casarse, ella se habría acogido a diversas leyes de protección de creencias ancestrales, que la llevaron a un juicio de poco más de dos años y en el que se terminó autorizando la legítima unión. Para hacerlo, debió antes inscribir al canguro y registrarlo bajó un nombre oficial, además de certificar -en la noticia no se especifica cómo-, el buen estado de salud del canguro y la capacidad que dicho animal tendría para ver en un ambiente doméstico. El nombre con el que se inscribió al canguro fue Peppermint. Pero como debía especificarse un nombre y un apellido, su inscripción fue Peppermint Peppermint, finalmente. En la boda, además del ministro de fe, hubo dos testigos, unos pocos invitados y un gran número de curiosos que se mantuvieron mirando la ceremonia, aunque a cierta distancia. Asimismo, se requirió un observador especial que determinara que el canguro manifestara claramente -tampoco se especifica cómo-, su voluntad para permanecer en unión con la mujer, y compartir su vida con ella. Todo lo anterior, según se informa en la noticia, se desarrolló en relativa calma, a pesar de un grupo de manifestantes que, a través de pancartas y pequeños gritos, se habían hecho presentes también en el lugar. Entrevistada por varios periodistas luego de la boda, la esposa da cuenta de su visión del “amor verdadero” y explica además que, si bien no prevé consumar de manera tradicional el matrimonio, ya ha aprendido diversas técnicas para satisfacer sexualmente a Peppermint, incluyendo el sexo oral. Si bien la noticia no ahonda mucho en especificaciones, me fijo que tiene 312 comentarios, la mayoría referidos a la naturaleza sexual de la unión y a diversas bromas sobre ella. También hay otras que manifiestan su rechazo a este hecho, principalmente a través de citas bíblicas o hablando sobre abuso animal y el estado mental de la mujer. Con todo, no encuentro ningún comentario sobre la forma en que la mujer define el “amor verdadero”. Por lo mismo, había pensado escribir esto para referirme a dicha visión en esta entrada. Sin embargo, mientras escribía, me puse a pensar que, si no había comentarios sobre el tema, era justamente porque a nadie le interesaba este aspecto, y que sería simplemente perder el tiempo hablar -o intentar hablar-, sobre aquello. Por lo mismo, decidí dejar hasta aquí, simplemente este texto. Y cuando digo aquí, me refiero específicamente al punto que aparecerá al final de estas palabras.

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